Rafael Nadal, tres años después de su última función en Wimbledon, volvió a ganar en el pasto londinense con una actuación llena de altibajos, desdibujada por más de 40 errores no forzados, y en la que tuvo que agarrarse a su cabeza para deshacerse del argentino Francisco Cerúndolo (6-4, 6-3, 3-6 y 6-4). El balear, que no jugaba en estas pistas desde que perdió las semifinales de 2019 ante Roger Federer, se desperezó después de una gira de hierba consistente de entrenamientos en el All England Club y dos exhibiciones en Hurlingham que dejaban extraer pocas conclusiones sobre su estado. Su análisis apuntaba a una línea ascendente que confirmó en la pista central durante algo más de dos sets, pero que quedó enmarronada cuando empezó a perder juego, a perderse en la agresividad de Cerúndolo y a no encontrar las sensaciones y automatismos que sí tiene en la tierra y en la pista rápida.
La Catedral le recibió con los brazos abiertos y con una tremenda ovación, de las mayores en lo que va de torneo y él correspondió con dos sets casi impolutos ante un Cerúndolo novato contra el 'Big Three', ilusionado ante la oportunidad de medirse a uno de sus ídolos y consciente de que lo más normal era perder. Esto no frenó en demasía al argentino, que compaginó los compases iniciales con los golpes a destiempo y el descaro que le permitían las dejadas. Nadal necesitaba cada minuto y cada golpe para acostumbrarse a los impactos, al movimiento suyo y de la bola y para tomarle el termómetro a su tenis en la hierba. Eran tres años sin conectar en esta superficie y Cerúndolo se lo hizo pagar. El manacorense cedió un servicio con 3-1 a favor y estuvo al borde de conceder el set cuando con 4-4 hizo frente a tres puntos de 'break'.
Los desactivó e hizo mella en el argentino para quebrarle el siguiente saque. Set para Nadal y punto de calma. En muchas otras ocasiones, sobre todo en otras superficies, ese golpe mental hubiera sido suficiente para tirar al tapete al rival, pero en la hierba, donde todo se iguala y donde la agresividad del argentino reluce, Cerúndolo se sostuvo y disfrutó de la primera ocasión de rotura del segundo parcial. Otra vez tuvo que salir al rescate el servicio para eliminar el peligro, otra vez la advertencia sirvió para que Nadal despertara. El balear rompió al saque siguiente, se puso 4-2 y aceleró a por el set. Con 2-0 en el marcador, Nadal sufrió el gran susto del partido. En el tercer punto del tercer set, se cayó en un mal apoyo. Pese a lo aparatoso del traspiés, no hubo consecuencias. Pero el peor tropiezo llegó después, Nadal tiró una ventaja de 'break' a favor, con 2-1 y saque, perdió su servicio en dos ocasiones y desperdició dos bolas de rotura cuando el argentino sirvió para ganar el tercer parcial. En Londres lucía el sol, pero Nadal estaba recibiendo un chaparrón.
Los errores no forzados brotaban de su raqueta, hasta sumar más de 40, y Cerúndolo, que llegó a estar con 3-1 y dos pelotas de 4-1, se cayó como un castillo de cartas. En cuanto Nadal se sostuvo con el 3-2, salvando en total tres pelotas de rotura, el partido giró el rumbo. No estaba fino el español, pero su cabeza vale más que el tenis de la mayoría de tenistas del mundo. Del 3-1 se pasó al 4-5 y a la primera pelota de partido para el español, cayó la victoria. Con este triunfo, Nadal suma 306 en Grand Slam, los mismos que Martina Navratilova, y solo por detrás de Novak Dokovic, que tiene 328, Serena Williams, que posee 365, y Roger Federer, que ha ganado 369. El de Manacor jugará el partido de segunda ronda el jueves contra el lituano Ricardas Berankis, que se deshizo de Sam Querrey y que ya sabe lo que es medirse esta temporada con el español. Fue en el torneo preparatorio de Melbourne, antes del Abierto de Australia, y terminó con victoria en dos sets para Nadal.