Entre partido y partido de una gran competición, los deportistas de élite tienen tiempo libre que deben de centrar en tareas que les distraigan de la exigencia del juego. Relajar la mente es igual de importante que entrenar el cuerpo para afrontar el camino de la victoria. Rafa Nadal lo sabe bien y él tiene su pasatiempo favorito: el parchís. El 21 veces campeón de Grand Slam es todo un experto en este popular juego de mesa y es habitual verle con su equipo 'contándose 20'.
Especialmente en esta época en la que el balear no puede realizar entrenamientos extremos por la lesión crónica que le lastra y que le ha obligado a aprender a gestionar mejor el tiempo entre duelo y duelo. De hecho, el pasado miércoles, y después de un partido de cuartos de final de cuatro horas y 12 minutos ante Novak Djokovic, en uno de los partidos más espectaculares que se han vivido en Roland Garros en los últimos años, Nadal se entrenó apenas una hora y pasó el resto de la tarde jugando al parchís.
A menos de 24 horas de la final que puede darle al balear su Roland Garros número 14, el Grand Slam número 22, en una final ante un potente Casper Ruud, es probable que Nadal esté, en su hotel cercano al Arco del Triunfo, eligiendo su color para una nueva batalla de uno de los juegos más populares de la historia.