La épica victoria de Rafael Nadal sobre Novak Djokovic en los cuartos de final no será su último partido en Roland Garros, al menos este viernes volverá a saltar la Philippe Chatrier para pelear por una nueva final. El trece veces campeón de la Copa de los Mosqueteros sólo piensa en su próximo duelo ante Alexander Zverev para acceder a una nueva final, pero ha vuelto plagar de incógnitas su futuro tras el Grand Slam francés. «No sé qué pasará después de este torneo», ha confesado en la sala de prensa emplazando a todos a conocer el verdadero alcance de sus problemas en el pie una vez que concluya su participación en París.
A pie de pista, justo después de superar a Novak Djokovic, Rafael Nadal tampoco despejó las dudas que dejaron sus palabras días atrás. Marion Bartoli le instó a confirmar que volvería a Roland Garros y el de Manacor no fue precisamente contundente: «Sólo puedo decir que nos veremos en dos días». Así concluyó la entrevista protocolaria al ganador del partido, que fue aclamado por el público de una pista central que aguardaba expectante las palabras del mallorquín, que ha llegado al segundo grande del curso tras despedirse cojo de su último torneo previo.
En la rueda de prensa posterior al triunfo ante Djokovic expresó su satisfacción por acceder a una nueva semifinal en la que se las verá con Alexander Zverev, pero esquivó entrar a valorar en profundidad tanto la situación de su pie izquierdo como sus enigmáticas palabras de si podía ser su último encuentro en Roland Garros. «No sé qué pasará después del torneo. Soy muy claro con eso y no tengo que esconder nada a mi edad. Tengo lo que tengo en el pie y si no encontramos una solución es difícil para mí. Por el momento no la hemos encontrado. Jugar las semifinales me da mucha energía y ya veremos cómo queda lo de aquí abajo», ha expresado Rafael Nadal. «Ahora no es momento de dar explicaciones, pero la tiene y cuando acabe el torneo la diré», ha añadido.
La lesión crónica que sufre Nadal en su pie izquierdo, conocida como Síndrome de Müller-Weiss, es crónica e incurable tal como ha reconocido el jugador, que dejó clara su situación: «Vivo con una lesión». En un principio no debería suponer un problema para desarrollar una vida normal en el futuro, pero sí supone un problema para competir al nivel que lo hace el de Manacor. La presencia en París de su médico, Ángel Ruiz-Cotorro, le ha permitido relativizar el impacto de una dolencia que, además del peaje físico, también supone una carga en el aspecto emocional al ser limitante. A punto de cumplir los 36 años Nadal está dejando las primeras pistas sobre las dificultades que le acarrea de cara a un futuro en el que no quiere mirar más allá del viernes. Roland Garros es demasiado importante para desviar el foco, pero ya a nadie se le escapa que en París definirá sus intenciones en el corto y medio plazo.