Por cuarta vez en su carrera Rafael Nadal se ausenta del torneo de Wimbledon y por segunda ocasión se pierde los Juegos Olímpicos. Una decisión dura y complicada para el número tres de la clasificación mundial, que tiene claras sus prioridades y razona su decisión a partir de varios motivos: el cansancio, el calendario, la prevención y sus opciones de atrapar en Nueva York su vigésimo primer título de Grand Slam.
CANSANCIO
El trece veces campeón de la Copa de los Mosqueteros ha llegado con el depósito de fuerzas en reserva tras una exigente temporada de tierra batida que le ha llevado a disputar cinco torneos en apenas dos meses. Dos títulos y situarse casi siempre en las rondas finales le han llevado a acumular muchos kilómetros y una fatiga de la que dejó constancia ante los micrófonos tras despedirse de Roland Garros en semifinales. Han sido 22 encuentros en una etapa del curso que es un maratón exigente en el que precisamente el tramo final es aún más duro con partidos al mejor de cinco mangas. El cuerpo le pedía parar unos días para recargar energías y despejarse mentalmente tras muchas semanas bajo presión.
CALENDARIO
El curso apenas ofrece margen de maniobra. El hecho de que Roland Garros se retrasara una semana y la inclusión de los Juegos Olímpicos en una agenda apretada de por sí han convertido el verano en un sudoku de difícil solución para llegar con garantías a todos los eventos. Atender a todas las citas obliga casi a dar una vuelta al mundo en un mes de Londres, a Tokio para terminar en Nueva York pasando antes por Canadá y Cincinnati. Miles de kilómetros, burbujas diferentes y dos cambios de superficie en poco más de 45 días. El hecho de que sólo dos semanas separen el segundo grande del curso y Wimbledon comprometen la preparación de la temporada de hierba y obliga a una contrarreloj que puede causar estragos.
PREVENCIÓN
A sus 35 años y con la experiencia que le confiere toda una vida en la élite, Nadal conoce su cuerpo y no quiere hipotecar ni lo que queda de 2021 ni el futuro. Así lo expresó en su comunicado al subraya que su objetivo con esta decisión es «alargar mi carrera deportiva y seguir haciendo lo que me hace feliz; competir al máximo nivel y seguir luchando por retos profesionales y personales al máximo nivel de manera competitiva». La transición de la tierra batida a la hierba es uno de los cambios más complejos para las articulaciones y el trece veces campeón de la Copa de los Mosqueteros tiene claro que no puede arriesgar sus rodillas si quiere seguir al máximo nivel y encarar las competiciones con garantías de ofrecer su mejor versión. Y es que una lesión no sólo pondría en jaque el corto y el medio plazo sino que podría resultar fatal de cara al largo.
GIRA ESTADOUNIDENSE
Nadal, campeón en cuatro ocasiones del US Open, tiene más opciones reales de levantar el título en la Gran Manzana que en Londres, donde, a pesar de sus dos éxitos y otras tres finales, siempre se le presenta un camino complejo y más teniendo en cuenta las dificultades para encarar la preparación de la forma más idónea. Los últimos años, a excepción del 2020 en el que no se disputó Wimbledon por la pandemia de coronavirus, el mallorquín elegía Santa Ponça para ejercitarse, pero su baja le lleva a concentrarse en los entrenamientos sobre las pistas rápidas en su academia para alimentar el sueño de convertirse en el tenista con más títulos de Grand Slam en Nueva York. Es una cuestión de prioridades y ser selectivo. Nadal quiere enfocar bien el cemento norteamericano una vez que preparar Wimbledon a contrarreloj y cambiar bruscamente a la superficie rápida para los Juegos es demasiado arriesgado y puede comprometer una buena oportunidad de coronarse.