Muchos fueron los curiosos que a lo largo de este sábado se acercaron hasta Club Nàutic Porto Cristo, donde se encuentra amarrado el espectacular y reluciente catamarán del tenista Rafa Nadal.
Desde primera hora de la mañana, empleados de una empresa mallorquina de higienización y desinfección limpiaron en profundidad tanto el interior como el exterior del Great White. Junto al nutrido equipo de trabajadores, ataviados con guantes y mascarillas, se encontraba Mery Perelló, quien repasaba los muebles y colchonetas que iban llegando a bordo. La esposa del tenista fue una de las más activas recogiendo plásticos y bolsas de basura.
Sin embargo, a diferencia del primer día, el viernes por la tarde cuando llegó la impresionante embarcación al núcleo costero, Rafa Nadal no apareció hasta última hora de este sábado. Por la mañana, el trabajo fue incansable y antes del mediodía, cuando todo el mundo se retiró para comer, finalizaron las tareas de limpieza.
Los curiosos se acercaron desde distintos puntos del puerto para apreciar el nuevo catamarán, de un comentado azul oscuro. «Es precioso. ¿Que ha costado, cinco millones de euros?», comentaba un policía nacional que junto a su compañero patrullaba por la zona e hizo un alto en el camino. Parejas y familias con niños se hacía fotos con el catamarán de fondo. Los más mayores del lugar comentaban su gran tamaño y algunos se mostraban críticos por las dimensiones y el gran espacio que ocupa la embarcación en el pequeño puerto.
A última hora de la tarde, el capitán y dos marineros soltaron amarras y, ante una gran expectación de los bañistas, la tripulación realizó los primeros contactos de navegación en alta mar y el Great White, se perdió en el horizonte rumbo a aguas de Canyamel, donde a última hora de la tarde el tenista subió tras llegar en una pequeña zodiac.