La tierra batida, la superfície que ha agrandado hasta límites insospechados la leyenda de Rafael Nadal, comparece en el calendario del tenista manacorí, que emprende este jueves rumbo a Montecarlo, primera escala de un tramo del curso decisivo y marcado en rojo en la agenda del ahora número cinco del mundo.
Con el décimo Roland Garros como desafío extremo, antes le restan varias paradas al mallorquín en las que defender y ampliar su colección de puntos en el ránking de la ATP, en el que aspira a recuperar terreno en citas que en 2014 no le fueron del todo propicias. Para comparecer en la gira europea sobre polvo de ladrillo en plenitud de facultades, Nadal ha entrenado estos días en Manacor junto a su buen amigo Juan Mónaco. Precisamente, y en la superfície que ahora toca afrontar, el argentino fue la víctima de Rafael en la final del único torneo que ha alzado en 2015: Buenos Aires.
En Mónaco, el de Manacor defiende 180 puntos. Los obtenidos al no poder pasar el pasado año de los cuartos de final, donde David Ferrer se interpuso en la senda de quien es un icono del torneo monegasco.
En Barcelona, el componente sentimental del Godó y las ganas de sacarse la espina de 2014 le pueden llevar a mejorar los cuartos de final y los 90 puntos obtenidos tras despedirse de manera prematura ante Nico Almagro.
Por lo que respecta al Masters 1000 de Madrid, allí la exigencia será máxima. Nadal defiende el título (1000 puntos) del que privó a un Nishikori que confirmaba su progresión. Ya en Roma, otro torneo del calendario de Masters 1000, a Nadal le corresponde responder de los 600 puntos que le dio la final perdida hace once meses ante Djokovic.