Roland Garros ya tiene la final más apasionante de los últimos tiempos. París ha alumbrado un duelo descomunal en el que Rafael Nadal pondrá en juego su reinado en París y en la ATP ante Novak Djokovic. Tras doblegar con autoridad a Andy Murray y Ernest Gulbis en sus respectivas semifinales, el mallorquín y el serbio cruzarán mañana sus trayectorias sobre una tierra francesa en la que el primero persigue un triunfo que perpetue su leyenda y el segundo completar el Grand Slam de carrera y recuperar el trono del planeta tenis. Nadal se ha ganado el derecho a disputar su vigésima final en un grande y ya es el jugador que más veces ha jugado el encuentro decisivo en un mismo torneo del Grand Slam. Sus nueve finales en Roland Garros son una realidad, pero los sueños y el hambre del mallorquín no se detiene hasta el último punto del torneo en el que su hegemonía adquiere una nueva dimensión.
Mentalidad
En su cabeza solo está volver a levantar el trofeo, pero, tras su triunfo sobre Murray, el zurdo de Manacor tiene ante sí la posibilidad de batir el récord de títulos consecutivos en el Bosque de Bolonia, ampliar su supremacía sobre la arcilla gala con su noveno entorchado, igualar los 14 grandes de Sampras y alargar su estancia en lo más alto del ranking.
El episodio 42 de la rivalidad más repetida de la historia de la ATP supera las expectativas de cualquier otro precedente. Hoy se cumplen ocho años de la primera vez que se veían las caras por primera vez y lo hacían precisamente en París. Djokovic abandonó aquel partido por lesión en el tecer set con el marcador reflejando un 6-4 y 6-4 para el balear, que hoy vivirá la amenaza del serbio de una manera muy diferente. El tenista de Belgrado quiere el único grande que se le resiste y apoderarse del número uno que el propio Nadal le arrebató en octubre de 2013.
Multitud de alicientes adornan el envoltorio de la final. Todos los hitos cobran trascendencia sobre el papel, pero en la pista, donde se decide todo, estarán a cada lado de la red los dos dominadores del circuito en los últimos años. Dos animales competitivos que aseguran un partido al límite. Los cuatro últimos duelos, incluida la reciente final del Masters 1000 de Roma, han caído del lado de Djokovic, pero la Philippe Chatrier es la casa de Nadal, donde el mallorquín ha forjado su leyenda y donde siempre ha superado al serbio. La ventaja psicológica parece del lado del balcánico, pero la ambición y la ilusión por conquistar Roland Garros extreman la igualdad del duelo.
La Copa de los Mosqueteros es la única obsesión de ambos, por encima del ránking. El esprint final de mañana decidirá la identidad del jugador que ocupará la posición de privilegio en la clasificación mundial a partir del lunes.
El ganador abandonará la capital francesa en lo más alto del ránking mundial. El vencedor se llevará a casa la Copa de los Mosqueteros y encarará la segunda mitad de la temporada instalado en el ático de la ATP.