Rafael Nadal y Novak Djokovic inician este domingo su particular temporada de duelos épicos por el reinado en la ATP en la final del Masters 1.000 de Miami, que vivió este viernes la histórica retirada de dos de sus semifinalistas.
Los Nadal-Djokovic se han convertido en los últimos años en uno de esos enfrentamientos que marcan época como los que disputaron Pete Sampras contra Andre Agassi o John McEnroe contra Jimmy Connors, y el partido será un nuevo capítulo en esta particular guerra entre los dos mejores jugadores de la ATP.
El español busca ganar por primera vez el torneo de Miami, tras haber llegado en tres ocasiones a la final, en 2005, 2008 y 2011, precisamente ante Djokovic, que ha levantado en otras dos ocasiones el trofeo, en 2007 y 2012.
El objetivo de Djokovic es lograr ganar nuevamente en Indian Wells y Miami de manera consecutiva. Apenas seis jugadores más lo han logrado hasta la fecha y solo el suizo Roger Federer lo ha hecho en dos ocasiones.
El historial de enfrentamientos entre ambos jugadores es de 39 partidos disputados, de los cuales 22 acabaron con triunfo del actual número uno.
De sus últimos partidos, Nadal ha ganado tres, aunque los dos últimos fueron para el serbio, la final de la de la Copa de Maestros y el Abierto de Pekín, ambos por un 6-3 y 6-4. Sin embargo, Nadal se llevó los que de verdad importaban el año pasado, las semifinales en Rolland Garros y la final del Abierto de Estados Unidos.
Las últimas dos victorias de Djokovic se celebraron en el mismo tipo de pista que la del Masters 1.000 de Miami, superficie rápida en la que el serbio tiene una clara ventaja, con 13 victorias y apenas seis derrotas ante el mallorquín.
Nadal, que recuperó el número uno en octubre pasado, en detrimento del propio jugador serbio, reconoció este viernes que sobre el cemento Djokovic es «favorito» y tendrá que jugar más allá de su capacidad habitual para poder derrotarle.
«Mi única opción de ganar a Djokovic será jugar al límite, mostrar mi mejor juego y esperar que él no tenga su mejor día», dijo en rueda de prensa tras conocer que no tenía que saltar a la pista para llegar a la final.
Tanto Nadal como Djokovic llegan descansados tras no disputar sus semifinales por retirada de sus respectivos oponentes, en un hecho histórico en la ATP, que desde su creación en 1968 nunca había vivido algo similar.
El checo Tomas Berdych no pudo disputar la semifinal ante Nadal debido a una gastroenteritis, mientras que Djokovic vio cómo, también minutos antes del inicio del partido, el japonés Kei Nishikori anunció una lesión en el abductor de la pierna izquierda que le impedía jugar.
Djokovic cuenta además con la ventaja de que su rival en tercera ronda, el alemán Florian Mayer, también se retiró antes de comenzar el partido.
El servicio del mallorquín se presenta como una de las claves del partido. «Tengo que ser sólido con mi saque, necesito ser agresivo», dijo Nadal.
Nadal llega a la final en un buen estado de forma, tras la lesión de espalda que sufrió en la final del Abierto de Australia, y moralmente fortalecido tras ganar cómodamente al australiano Lleyton Hewitt, el italiano Fabio Fognini y el uzbeco Denis Istomin, a los que derrotó en apenas una hora, y derrotar al siempre complicado canadiense Milos Raonic en cuartos.
El número dos del mundo apenas tuvo dificultades para ganar al francés Jeremy Chardy, el español Tomy Robredo y un Andy Murray (n.6) que perdió la concentración por un polémico punto que marcó el definitivo segundo set (7-5 y 6-3).
Pase lo que pase este domingo en el Estadio del Centro de Tenis de Crandon Park, en Cayo Vizcaíno, Nadal seguirá al frente de la ATP, pero Djokovic es una amenaza y el español deberá aumentar su ventaja para seguir manteniendo su reinado en la ATP.