Rafael Nadal varía su libro de ruta para priorizar la recuperación de la lesión de rodilla que le ha tenido fuera de las pistas durante los últimos meses, hasta su regreso al circuito hace unas semanas en el torneo chileno de Viña del Mar y el de Sao Paulo, en los que alcanzó las dos finales para conquistar el título brasileño. Su última parada dentro de la gira americana será finalmente el Open 500 de Acapulco, pues el número cinco del mundo ha decidido aplazar su vuelta a la superfície dura, al cemento, con el fin de acelerar su puesta a punto y no castigar el físico, más cuando él mismo ha reconocido que sigue padeciendo molestias.
Por ello, el tenista de Manacor ha optado por renunciar a su participación en los dos primeros Másters 1.000 de la temporada, Indian Wells (7 de 17 de marzo) y Miami (20 a 31 de marzo). Y con ello, no podrá defender y perderá los 720 puntos acumulados el pasado curso, cuando alcanzó las semifinales en ambos torneos (320 puntos por cada uno). De hecho, su última presencia en un torneo sobre pista dura fue precisamente en Miami, en 2012.
Vuelta
Una vez finalizado su concurso en Acapulco -la final está programada para el sábado-, Nadal viajará hasta Nueva York para participar el lunes en una exhibición en el Madison Square Garden junto a Del Potro, Serena Williams y Azarenka. Tras ello, regresará hacia Mallorca para ejercitarse en Manacor junto a su tío y entrenador, Toni Nadal, pensando ya y volcando todas sus energías en el inicio del tramo intensivo de la temporada de polvo de ladrillo.
El Masters 1.000 de Montecarlo marcará el inicio de un maratón que debe conducir a Nadal hasta su gran objetivo: Roland Garros. En esa fase, el manacorí defendr un total de 4.590 puntos, todo un desafío teniendo en cuenta el rodaje en alta competición del vigente campeón del Grand Slam parisino. De hecho, hasta esa cita no podrá el balear rebasar a David Ferrer, cuarto en la clasificación de la ATP.
La respuesta de su rodilla tras Viña del Mar y Sao Paulo, a expensas de sus prestaciones en Acapulco, han conducido a una decisión con la que se demuestra que Nadal planificará al detalle su calendario con el fin de prolongar su trayectoria lo más lejos posible en el tiempo, con la ilusión puesta en los que serían sus terceros Juegos Olímpicos (debutó en Atenas 2004 formando pareja de dobles con Carlos Moyà), los de Río de Janeiro en 2016. Un reto que le motiva más tras no poder participar en Londres 2012 por la mencionada lesión de rodilla, impidiéndole ello defender la medalla de oro cosechada cuatro años antes en Pekín.