El Real Mallorca ha pasado de cien a cero de una mitad a otra de la temporada. Aunque está a salvo en la Liga y todavía permanece enganchado a la cola del tren europeo, la imagen del equipo se ha empobrecido de manera inquietante en los últimos meses y la atmósfera que rodea a la plantilla está totalmente contaminada, tal y como demuestran algunas de las imágenes que dejó el partido de este lunes en Girona, con los seguidores reprochando a los futbolistas su actitud y alguno de los capitanes denunciando amenazas de muerte. A falta de cuatro jornadas, la clasificación indica una cosa y las sensaciones, otra muy diferente.
La temporada 2024-25 está exponiendo a dos Mallorcas. Uno de agosto a diciembre, intenso y competitivo, comprometido y valiente. Un equipo capaz de poner contra las cuerdas a rivales mucho más poderosos, de remontar partidos cuesta arriba o de sumar casi la mitad de los puntos en juego (30 de 57). Y otro de diciembre a principios de mayo, frío y vacío por dentro, apático durante la mayor parte del tiempo. Una formación que ha perdido casi la mitad de los encuentros que ha protagonizado (7 derrotas en quince partidos) y a la que cualquier oponente, por mal que se encuentre, le genera problemas.
La línea que separa a un Mallorca de otro se traza durante el parón navideño, como si el equipo se hubiera dejado el alma y la personalidad en aquellos últimas días de luz del 2024. Desde entonces, el equipo de Jagoba Arrasate ha ganado una tercera parte de los partidos que ganaba (solo ha superado a Las Palmas, Espanyol y Real Sociedad) y es, junto al señalado y descendido Valladolid, el que menos marca de esta segunda vuelta: solo 12 goles a favor en 15 jornadas. Además del cuadro pucelano, solo hay otros tres conjuntos que han cosechado menos que los bermellones del ecuador hacia adelante: Leganés (12), Las Palmas (10) y Girona (10).
Lo peor, sin embargo, no son unas cifras que se han cubierto de escarcha. En Montilivi el Mallorca dejó escenas preocupantes. Las discusiones sobre la hierba del final del primer tiempo, la tensión entre el campo y el banquillo y el enfrentamiento de los jugadores con parte de los aficionados desplazados han encendido el piloto de alarma solo unos días después de que el club celebrara que va permanecer por quinta temporada segunda en Primera, en lo que será el segundo ciclo más prolongado de su historia en la máxima categoría. Solo unos días antes de recibir al colista y optar a una victoria que mantendría pegado al equipo a la zona noble.
Quedan 360 minutos para hacerle un lazo a una campaña que empezó entre sonrisas y que ahora se está haciendo eterna. Un póquer de encuentros en los que todavía se puede materializar el sueño de volver a sacar el billete para jugar en Europa. Aunque el ambiente, por una cosa o por otra, no parece ahora mismo el más agradable. Cosas del fútbol...
son unos privilegiados de la vida y hacen estas cosas sin importarles ni la afición ni el club, respeto? no más que un simple conocido cuando levantas la cabeza