El Real Mallorca ha vuelto a sacar el mazo con el que golpea a sus rivales tras la máscara de visitante. Justo cuando sus números amenazaban con oxidarse, el equipo de Jagoba Arrasate contenía la escalada de Las Palmas y se reivindicaba, casi dos meses después, como uno de los forasteros más sorprendentes y temidos de la Liga. Con la del pasado fin de semana en Gran Canaria, la escuadra balear ya suma cuatro victorias fuera de Son Moix. Solo el Barcelona, líder del campeonato, ha ganado más partidos lejos de su propio estadio de camino al ecuador del curso.
La factura que se ha traído es alta, pero el Mallorca hizo lo que tenía que hacer en el séptimo desplazamiento de la campaña. Después de dos salidas horribles a los campos de Espanyol y Alavés, tocaba curar en Las Palmas las llagas que habían empezado a aparecer. El cuadro balear lo hizo, aunque fuera sufriendo y por un cauce distinto al habitual. Tal y como había reclamado su entrenador en la previa, recuperó en terreno canario muchas de esas cosas que le habían ayudado a clavar su bandera en los feudos de Leganés, Valladolid y Betis, y sometió a su rival la mayor parte del segundo tiempo, por más que después todo se nublara.
El definitivo gol de Johan Mojica —el primero que celebra como mallorquinista y el primero que marca desde abril de 2022— le daban aire y tres puntos de lujo a un equipo que si prolonga esta línea puede pulverizar sus mejores registros de siempre como foráneo. Así lo reflejan los datos que proyecta ahora mismo la clasificación: gana el doble de encuentros tras las vallas de Son Moix y 12 de los 21 puntos que guarda en la cartera los ha recogido en sus salidas.
Fuera de casa el Mallorca es un equipo de Champions. El Barcelona, que ha jugado dos partidos más que los de Jagoba como visitante, es el único que suma más triunfos en ese apartado en el que los baleares están a la misma altura que el Villarreal y por delante de Real Madrid, Atlético o Real Sociedad, que tienen tres victorias y el mismo número de puntos tras 14 jornadas.
El Mallorca, que ya multiplica por dos el número de triunfos que festejó fuera de la Isla durante todo el ejercicio anterior, también igualó en el estadio Gran Canaria su mejor marca de victorias como visitante a estas alturas de la temporada, que databa de la campaña 2002-03, con Gregorio Manzano en el banquillo. De hecho, en 23 de las 32 temporadas que ha jugado en Primera nunca ha pasado de ese póquer de alegrías. Su récord con la campaña al completo lo fijó en el curso siguiente (2003-04), al ganar ocho partidos como visitante.