Javier Aguirre, entrenador mexicano del Real Mallorca, aseguró este domingo, tras ganar 1-2 al Getafe en su último partido como entrenador del conjunto bermellón, que aunque no tiene ni idea de dónde va a ir en el futuro, trabajo no le va a faltar.
Aguirre vivió un emotivo día sobre el césped del Coliseum. Sus jugadores le homenajearon en los dos goles y el público del Coliseum aplaudió a un entrenador rival para reconocerle su buen trabajo en el Mallorca. Después, en rueda de prensa, habló sobre sus sensaciones y sobre su futuro.
«Me insisten que siga. Me canso muchísimo. No es fácil. Vas perdiendo energía, te cuesta moverte, te vas haciendo mayor, te duelen cosas, no estás de repente de humor. Hay que ver. No tengo ni idea de dónde ir ahora mismo. Nos han llamado personas y trabajo no me va a faltar».
Sobre la celebración del primer tanto, obra de Muriqi, describió qué sintió cuando su jugador se dirigió al banquillo para celebrar el gol: «Lo vi y me asusté. Es un animal de cien kilos. Fue una semana especial para todos nosotros. Para jugadores, afición y prensa. Conseguimos el objetivo y estuvieron los sentimientos a flor de piel. Hablaba del compromiso que tengo con la institución y hoy se demostró en el partido», dijo.
«El calor no ayudaba, el rival se puso por delante y quiero darle un abrazo a Soria y a toda su familia. Su mujer estaba asustada, le mando un fuerte abrazo y espero que todo quede en un susto», explicó en referencia al golpe que sufrió el portero del Getafe y por el que quedó inconsciente sobre el terreno de juego.
Aguirre, continuó con su explicación sobre sus sentimientos tras las celebraciones de sus jugadores: «Nunca me había aplaudido ningún jugador en una despedida. Creo que fue natural y eso es lo que es esta plantilla. Es una gran familia. En el abrazo decíamos 'vamos familia, vamos familia'. Es difícil usar esas palabras, porque hay soledad, somos hombres rudos, aguantamos rajadas...», comentó.
«Somos bravos y valientes, pero también llorones. Cuanto más mayor me hago, más me cuesta articular palabras cuando hay emociones. En la boda de mi hijo, por ejemplo, qué vergüenza, todos hablaron y yo no pude», agregó.
Sobre la afición del Getafe, recordó un hecho de hace veinte años y lo comparó con los aplausos que recibió en el Coliseum: «Lo de la afición me mató. Al principio, en la 2002/2003, detrás del banquillo había unos viejecillos llamándome 'Aguirre, hijo puta, vete a tu país' y cosas así. Ahora estarán viendo una obra o a lo mejor les convencí y me aplaudieron. Pero muy bonito ha sido. Tengo muy buena relación con Ángel Torres. Tengo una casa en Madrid, mi hijo Iñaki jugó en el Getafe aquí. Gente buena la del Getafe».
Además, señaló que volverá a retomar su gusto por beber tequila después de asegurar que lo había dejado: «Seguramente en la boda de mi hijo, el 8 de junio, tomaré tequila. Estaba enojado con el tequila y voy a reconciliarme. Me equivoqué, me equivoqué».
Por último, recordó cómo fueron los tres partidos anteriores ante Las Palmas, Osasuna y Almería, que, aseguró, fueron «de una exigencia brutal para el jugador» porque se podían ir a Segunda División.
«No querían eso. Se sometieron a un estrés durísimo. Menos mal que el otro día se combinó el resultado de otro partido y fue una semana limpia y tranquila. Hoy, con los cambios cambió la cosa, aunque lo de Soria también creo que afectó a los jugadores del Getafe. Nosotros quizá aprovechamos ese espacio de tiempo para dar la vuelta al marcador», concluyó.