Javier Aguirre sabe a lo que se enfrentan este domingo él y el Real Mallorca. El entrenador mexicano, que este sábado comparecía ante los medios para analizar la penúltima jornada y el duelo contra el Almería (Domingo, Son Moix, 19.00 horas), ve a su equipo centrado para jugar «una final de las malas» y para ponerle el lazo a la permanencia. «Está en nuestra mano», recuerda el técnico, que no le da demasiada importancia al hecho de estar ante el que seguramente será su último partido en casa como bermellón.
«El equipo está muy centrado. Es la tercera final de la semana. Son partidos de mucha fuerza mental, porque no tienes margen de error», entiende Aguirre, que a su vez conoce muy bien el camino hacia lo que busca. «No dependemos de nadie, queremos ganar y dejar al equipo en Primera División. Dicho esto, claro está, con mucho respeto al Almería. Desde que llegó Pepe (Mel) juegan muy bien», apunta. «Nunca te imaginas llegar a estas instancias salvado y, por lo que sea, no fuimos capaces de llegar con los deberes hechos. Hemos tenido momentos difíciles, pero dependemos de nosotros y tenemos cuatro puntos de margen. Está en nuestras manos. Tenemos el estado de ánimo perfecto y a ver si logramos una tarde-noche perfecta».
Preguntado por el tipo de partido que le espera al Mallorca y por las similitudes con la final de La Cartuja, Aguirre distingue muy bien entre un encuentro y otro. «Se lo digo a mis jugadores, esta es una final de las malas, de las que puedes perder, de las que hay mucho nervio», subraya. El mexicano destaca, a su vez, que ni él ni los jugadores que estén sobre el campo querrán saber los resultados del resto de partidos, aunque sabe que es imposible mantenerse al margen de lo que ocurra. «No permito distracciones», sentencia. «Además, saber lo que pasa te puede condicionar en un sentido o en otro», afirma.
Aguirre, que tiene la baja de Siebe Van der Heyden y la duda de Antonio Raíllo, entre algodones por unas ampollas, advierte de que el Mallorca se enfrenta a un Almería que es «doblemente peligroso» y espera que su equipo gestione bien las emociones. «Quiero ganar, necesitamos hacer goles y agradar. Pero no quiero volverme loco, ni que se vuelva loco el equipo porque ellos siempre dejan jugadores descolgados. Tienen pólvora. No quiero sorpresas, quiero un partido serio y poder festejar la permanencia».
El entrenador del Mallorca señala que no ha invertido un solo gramo de energía en pensar sobre lo que puede ser su último partido como local en Son Moix tras más de dos años al frente del equipo balear. «Ha sido una semana normal», asegura en ese sentido el mexicano, que acaba contrato el 30 de junio y todavía no ha recibido ninguna propuesta de renovación por parte de la dirección deportiva del club.