El Real Mallorca solo pudo empatar en el Nuevo Mirandilla (1-1) ante el Cádiz y mantiene así intacta su ventaja de seis puntos sobre el conjunto andaluz. Muriqi adelantó al conjunto de Javier Aguirre poco después de que se cumpliera el minuto diez de juego. De ahí hasta el descanso, dominó el equipo de Mauricio Pellegrino, aunque no disfrutó de claras oportunidades. La segunda mitad fue otra historia. El Cádiz destiló valentía y puso cerco a la portería mallorquina. Mascarell, en propia puerta, empató poco antes de la primera hora de juego. El Mallorca pasó por algunos momentos de gran zozobra, pero en el tramo final pudo adelantarse en el marcador.
En todo caso, solo falta la permanencia matemática, pero el Mallorca continuará la temporada que viene en Primera División. No tengo ninguna duda. Es el momento de cerrar las decisiones apalabradas, que todo club serio debe tener pactadas a falta de la firma. Y no hay ninguna duda de que atar al entrenador de la temporada próxima es la primera de las prioridades. En este sentido, nadie puede discutir que Aguirre ha cumplido sobradamente con los objetivos fijados. La permanencia y, además, el regalo de jugar una nueva final de la Copa del Rey, avalan al mejicano.
La figura del entrenador, además, es fundamental para una feliz convivencia entre los miembros de la plantilla. Es decisivo contar con un excelente grupo humano para alcanzar cualquier objetivo. Y el Mallorca es un equipo de amigos, de jóvenes y veteranos bien avenidos. Pues bien, así y todo, creo que no debe prolongarse la etapa de Aguirre en Mallorca. Un emotivo homenaje, una placa y un busto, si es necesario, han de acabar con la trayectoria del mexicano en la Isla.