La escasa producción del Real Mallorca más allá de la frontera del centro del campo sigue siendo, 32 jornadas después, el gran dolor de cabeza de Javier Aguirre en el tortuoso camino hacia la permanencia. Permanece encadenado de cintura para arriba el conjunto balear, que afronta este fin de semana uno de esos partidos que pueden cambiar su futuro sin haber resuelto el jeroglífico del gol. Un problema que deberá amortiguar en Cádiz si quiere eliminar del todo la amenaza del descenso.
Al Mallorca se le ha fundido los plomos en ataque. Aunque en las últimos veranos la mayor inversión se ha destinado precisamente a comprar explosivos, la escuadra insular llega al cierre de campaña sin colmillos. Solo el Cádiz, que tiene el agua hasta la nariz y puede arrastrarle hasta el barro, ha marcado menos. Las carreteras que conducen a la portería contraria se han ido estrechando de forma peligrosa, sobre todo en este principio de 2024. El mejor ejemplo se aprecia en la foto de las últimas cinco jornadas, en las que el Mallorca solo ha marcado dos goles. Uno, sellado por Antonio Raíllo a falta de cinco minutos para darle al equipo la única victoria que se ha celebrado desde mediados de marzo. Y el otro, firmado por Abdón en Sevilla con el tiempo cumplido para adornar el marcador del Sánchez Pizjuán y distinguirse como el máximo goleador de la plantilla en solitario pese a ser el atacante con menos presencia en el tapete. También el central cordobés, pese a perderse un buen trozo del curso por sus problemas físicos, está entre los mejores realizadores del grupo. Con sus tres goles ya ha pasado por delante de Larin.
El debate más encendido ahora mismo entre el mallorquinismo es precisamente el de la composición de la delantera del equipo. Más que nada, por el bajo rendimiento de Muriqi y Larin. Uno u otro llevan apareciendo de inicio en el once de Aguirre desde la jornada 16. El último partido en el que el técnico mexicano armó un once sin ninguno de ellos fue el que le enfrentó al Alavés en Son Moix el 3 de diciembre. Con el Pirata de baja por lesión y el canadiense en el banquillo, la ofensiva bermellona estuvo formada ese día por Abdón y Amath, ahora en las filas del Valladolid.
En su intento por arreglar el punto de mira Aguirre podría agitar el árbol pensando en recoger algún fruto de la hierba del Nuevo Mirandilla. Abdón, todavía marcado por su ausencia en la final de La Cartuja y por la falta de peso de sus goles, es el futbolista más productivo. Solo ha sido titular nueve veces pero en 1034 minutos de juego ha superado al portero contrario en seis ocasiones. O lo que es lo mismo, marca un gol cada 172 minutos que pasa sobre el terreno de juego. Muriqi necesita 390 y Larin 773. La diferencia es notable.
Lo primero que deberá decidir Javier Aguirre es si se enfrenta al Cádiz con uno o dos puntas de salida. Si opta por esa segunda vía también dispone de la opción de Nemanja Radonjic. El serbio, que aterrizó a finales de enero y ha tenido poco más de doscientos minutos para mostrarse en el escaparate de la Primera División, fue una de las mejores noticias que dejó el Mallorca a su paso por Nervión aunque fue el primer jugador sustituido y se fue del campo a la hora de partido. Todavía no ha marcado ningún gol como rojinegro y no ha destacado precisamente por su definición, pero sí que ha aportado cosas diferentes en la última parte del campo. Eléctrico y descarado, puede ser uno de los recursos que vuelva a emplear Aguirre de inicio en la final de este domingo en el antiguo Ramón de Carranza.
Aguirre, que siempre ha mantenido que los problemas del Mallorca con el gol no son responsabilidad de los futbolistas de ataque, también puede intentar mejorar la pegada del equipo desde el centro del campo. Este sábado dirigirá la última sesión de la semana antes de viajar a Cádiz y perfilar su decisión. Lo mejor es que también podría apalabrar la permanencia en Primera sin marcarle al equipo amarillo, ya que el empate sería casi definitivo.