Creció al lado del Lluís Sitjar, donde recuerda que sus hermanos aprendieron a nadar en el safareig que servía para regar el campo. El olor a linimento llegaba hasta su casa y saltaba con ellos la pared para ver los entrenamientos. A mediados del pasado siglo empezó la historia en rojo y negro de Emilia Llabrés, que, a sus 82 años, ha recorrido España y viajado por Europa siguiendo al Real Mallorca. El vídeo viral de sus lágrimas al recibir el autógrafo de Dani Rodríguez en la recepción del Govern a los subcampeones de la Copa del Rey emociona al mallorquinismo, que aplaude la pasión de una abuela tan orgullosa de su equipo como los miles de jóvenes que se desplazaron a Sevilla.
Sorprendida por el eco de su aparición en las redes, Emilia Llabrés relata la historia de una de las imágenes más entrañables de la resaca copera. «Me emocioné por tener tan cerca a Dani Rodríguez, no por la Copa. Abdón, Muriqi y él son mis favoritos y estuvo muy cariñoso y simpático. Me pedía disculpas por no haber podido traer el trofeo», relata esta seguidora en cuya casa en la barriada del Vivero acumula multitud de recuerdos. Pósters, gorras, camisetas de todos los tamaños y épocas, libros, el chubasquero, bufandas… un sinfín de objetos entre los que también queda patente su vinculación con la Peña MVP Fanatics.
La final de La Cartuja es la primera que se pierde porque el viaje era demasiado pesado. Estuvo en las finales de Copa del Bernabéu, Mestalla y Elche y también en la de la Recopa en Birmingham, pero su mallorquinismo no es precisamente sólo de grandes citas aunque no se perdiera el triunfo en el Amsterdam Arena o la victoria del bautismo europeo ante el Heart, entre otros muchos. Es mallorquinista del día a día y tiene mil vivencias de algunos de los momentos que los más mayores tienen grabados a fuego en la memoria. Vio en directo la caída del muro del Sitjar y el partido del destierro en el Miniestadi, la promoción en Albacete o el descenso en Anduva al margen de innumerables viajes en Segunda B, Segunda y Primera.
Una gran bandera del Mallorca ondea en su casa, donde su mallorquinismo y el de su difunto marido, Antonio Girón -histórico dirigente del Patronato-, se ha transmitido a sus hijas y nietos. «La bandera estará hasta que termine la temporada», dice su hija María Antonia Girón, que estuvo en Sevilla entre la ilusión de la fiesta previa y el malestar por ver aficionados del Athletic en su grada y a Abdón en el banquillo.
El delantero artanenc es el predilecto de Emilia Llabrés, que también subraya los nombres de Gallardo y Zuviría como referentes. Ella vio la final en casa de su otra hija, Emilia, con la que cumplió con su peculiar tradición cuando le toca ver los partidos por televisión. «Siempre voy a Son Moix menos cuando juegan muy tarde y mis hijas no me dejan por el frío. Cuando vemos los partidos en casa nos tomamos un chupito pequeño de hierbas dulces con los goles y brindamos por el ‘Mallorqueta'», explica recordando entre risas la alegría con la que acabó la victoria por 3-2 ante el Girona.