«La primera final en Madrid fue una encerrona, la segunda en Valencia se define con la palabra épica y la de Elche fue un paseo porque teníamos una seguridad y un bagaje ya de las otras», explica Felipe Pou. Pero a pesar de la derrota por penaltis en Valencia, ésa es su final preferida. «En Elche se disfrutó, pero en el autobús de vuelta dimos un par de saltos y gritos y ya está, pero en Valencia fue todo emoción. Fue nuestra gran final», apostilla su amigo Pello Amengual.
Ambos vivirán en Sevilla su cuarta final de la Copa del Rey con el Real Mallorca. Pello irá vía Barcelona donde se reunirá con su hija y volará hasta Sevilla. Felipe se desplazará a Sevilla con sus dos hijos de 17 y 14 años «y socios del Mallorca desde que nacieron. Viajaremos junto a otros 45 socios de la Penya MVP Fanàtics Mayvan y en Sevilla nos juntaremos con mi hija, que estudia Ingeniería Industrial Electrónica».
Ambos coinciden en señalar que el Athletic de Bilbao puede notar la presión de las seis finales perdidas desde aquella que conquistó en 1984. «Es verdad que el Athletic puede parecer favorito, pero se ha logrado un equipo con un entrenador y la unión de más de 20.000 socios que nos ha llevado a la final, aunque no tengamos tan buen equipo como en Elche», explica Pou.
El precio de los desplazamientos está siendo motivo de discusión en todos los foros, pero para ellos no es algo nuevo. «Yo pagué 29.000 pesetas por el vuelo a Madrid en 1991 y a los pocos días ya valía 50.000 pesetas, Y recuerdo que hubo gente que fue a Madrid vía Londres».
Pello recuerda una acompañante muy especial en la final de Madrid. «Con nosotros vino la abuela de una socia de la peña que había estado en el primer ascenso del Mallorca a Primera División en el campo del Levante. Era una persona prácticamente ciega y fue muy emotivo. Y en Elche, un amigo era representante de calzado y conocía mucho la zona. Nos recomendó un restaurante que estaba a 15 kilómetros para comer arròs amb costra. Fue una odisea coger un taxi y tuvo que hacer varios viajes porque fuimos unos 35. a la mayoría no nos gustó nada ese arroz y se lo solemos comentar a este amigo cada cierto tiempo».
Felipe fue en barco a Valencia y de allí en autocar. «El Grupo Güell organizó todo. Hicimos una pancarta de 19 metros y en Madrid nos esperaban los Ultra Sur, que nos pusieron facilidades para entrar en el campo y nos dieron 50 bengalas. En el fondo estábamos casi solos. En total éramos 3.500 y fue la final más desigualada en cuanto a aficiones», comentan.
A Valencia el apoyo ya fue de 12.000 aficionados «con el famoso chubasquero de Munar y encima llovió, no mucho, pero llovió», recuerda Felipe, y en Elche aumentó hasta los 15.000; una cifra que se espera superar en Sevilla a pesar de ser un viaje bastante más incómodo que las que tuvieron a Valencia o Elche como sedes.
A Pello le parece estupendo que quiera ir a Sevilla «la mayor cantidad de gente, sea socio o no. Lo que sí me gustaría es que cada uno que logre una entrada se demuestre que va a viajar a Sevilla para evitar reventas», cuenta.
Ambos son conscientes de que ir a Sevilla supone un gran esfuerzo económico. «Muchas familias no van a poder ir y han pagado sus 500 euros por ser socios. Y hay muchos casos de que en una familia de cuatro, por ejemplo, sólo podrán ir dos», explica Felipe.
Tanto Pello como Felipe se acordarán el 6 de abril de Miguel Garro, el considerado padre de las Peñas del Real Mallorca.