Tras la polvareda que ha levantado la final de la Copa del Rey, el Real Mallorca juega el partido del miedo. Un encuentro que, aunque podría parecer hasta cierto punto asequible, esconde un puñado de datos que por sí solos provocan escalofríos. El conjunto balear abre por última vez las puertas de su estadio antes de la Operación Cartuja para recibir a un rival que lleva cinco partidos seguidos tirándole al suelo y que en sus dos últimas visitas a Palma ha provocado temblores de tierra. Primero, poniendo el último clavo del ataúd y certificando un descenso a Segunda. Y después, dándole forma a una de las peores derrotas que ha sufrido el club en su vida moderna. Por si fuera poco, la carretera de la salvación se estrecha y un mal resultado puede meter a los de Javier Aguirre en un oscuro desfiladero (Son Moix, DAZN, 14.00 horas).
A solo unas semanas del encuentro más importante de las dos últimas décadas, el Mallorca está obligado a subir otra marcha en el campeonato regular. El paso por Montjuïc reforzó su imagen, pero recortó su armadura y debilitó la candidatura a la permanencia. Una situación que podría solventarse ganando al Granada o que podría derivar en una temible avería si se junta otro tropiezo y siguen puntuando los equipos que hay anclados a la parte de abajo de la clasificación. Alguno de ellos, como el Celta, ha ido un poco más allá esta semana y ha disparado la bala del cambio de entrenador. El único equipo de los siete últimos que todavía no lo ha hecho es, precisamente, el Mallorca.
Sobre ese escenario, el propio Javier Aguirre ha recurrido al tópico del «partido trampa». El Granada tiene la cuerda de la salvación a diez puntos cuando faltan diez capítulos (once para ellos) y, como el Almería, parece condenado al descenso. Sin embargo, se niega a dejarse llevar el cuadro andaluz que, sin ir más lejos, le arrancó un empate al Barça en su propio domicilio hace solo unas semanas. En 27 jornadas solo ha ganado dos partidos y ha empatado ocho, pero parece que se ha sacado varias piedras de la mochila y eso le convierte en un enemigo peligroso. Sobre todo, teniendo en cuenta los antecedentes. No pierde en Palma desde 1984, ha ganado tres de sus cuatro últimos partidos en Son Moix y en el último de ellos causó daños graves a todos los niveles. Ninguno de los que aún quedan en el vestuario ha olvidado el sonrojante 2-6 de 2022, por mucho que después el Mallorca escapara con vida del lío en el que se había metido.
Aguirre, que no quiere saber nada de aquel encuentro, no puede contar con Samú Costa por acumulación de amonestaciones, ni con Martin Valjent, que todavía se recupera de las molestias que arrastra. La gran novedad en ese sentido es la vuelta a la convocatoria de Pablo Maffeo. El lateral, de baja desde que fue intervenido a principios de año por un problema de menisco, tiene pocas opciones de jugar, pero al menos ya está listo para entrar en la lista e ir recuperando poco a poco la tensión competitiva. Su última actuación fue contra el Celta el pasado 13 de enero.
En la antesala del encuentro Aguirre dejó caer que contará de inicio con Omar Mascarell en el centro del campo. El canario, del que el mexicano está muy satisfecho con su rendimiento, asumirá el rol de pivote defensivo frente al conjunto andaluz.
El Granada viaja obligado a ganar para mantener opciones reales de permanencia y empieza a acusar la desesperación de ver pasar los partidos sin poder sumar tres puntos de una tacada. Los del Cacique Medina no vencen desde primeros de enero.
A la baja de larga duración de Jesús Vallejo, el técnico sumará la ausencia por sanción de Sergio Ruiz, clave en sus planes, que vio la quinta amarilla ante la Real Sociedad. Martin Hongla ocupará su lugar. Una de las dudas es si el extremo zurdo seguirá siendo de inicio el polaco Kamil Kozwaik o si Medina opta por otro jugador como Óscar Melendo o el canadiense Theo Corbeanu.