Son Moix se ha convertido en el reino de los empates y en el infierno del gol. El estadio del Real Mallorca ha entrado en una extraña dinámica que sufren, sobre todo, sus espectadores. No hay ningún otro campo, ni en Primera ni en Segunda División, donde se firmen tantas tablas —seis y todas ellas en línea desde el pasado mes de septiembre— y donde menos tantos se registran: nueve sumando los de locales y visitantes. Unas cifras llamativas y nada positivas que, salvo alguna contada excepción, tampoco tienen cabida en el resto de las grandes ligas de Europa.
La indefinición del Mallorca de Javier Aguirre ha calado en los números, que son los que reflejan el estado real del grupo. Es el rey del empate, con ocho, por delante de Betis, Rayo Vallecano y Getafe, aunque ninguno de ellos acumula tantas igualadas en su propio terreno de juego. Echando un vistazo a los otros campeonatos de referencia en Europa (Inglaterra, Alemania, Italia y Francia) solo el Udinese, de la Serie A, empata más (9). En cuanto a los seis que lleva escenificados como local, hacía más de tres décadas que ningún equipo firmaba una racha de empates tan prolongada en su propia morada. Y el anterior en hacerlo fue, precisamente, el Mallorca en el año 1991.
Por supuesto, es difícil dar con otro despegue tan defectuoso como anfitrión del Mallorca, que ya inició el curso en Palma con una derrota contra el Villarreal. Desde el traslado a Son Moix no hay ejemplos. Y mirando a lo que pasó cuando el equipo todavía jugaba en el Lluís Sitjar hay que girar mucho la cabeza. Desde 1983 llevaba sin retrasar tanto tiempo su primera victoria de la temporada en casa el conjunto bermellón. En aquella temporada, en la que pasaron hasta tres entrenadores por su banquillo —Koldo Aguirre, Serra Ferrer y Marcel Domingo— estrenó el casillero de triunfos en la capital balear en la que era su octava función, contra la Real Sociedad (2-1, jornada 16).
La falta de gol es el otro pedrusco que lleva el Mallorca en la mochila. Únicamente ha marcado uno en las últimas seis jornadas, el de Abdón Prats al Cádiz. Y en Son Moix solo ha celebrado cuatro. El del pasado miércoles contra el conjunto andaluz, los dos que le endosó al Barça y el de Dani Rodríguez al Valencia. Afortunadamente para el equipo, tampoco ha recibido demasiados pese a que el balance es negativo: cinco. Eso quiere decir que, en total, los habituales del estadio solo han contemplado nueve dianas desde que empezó a rodar el balón en verano. El único estadio de las grandes ligas continentales donde se registra una actividad un poco más baja en las porterías es el del Niza, donde los locales han marcado siete veces y han encajado una.
El público de Son Moix, que la temporada pasada disfrutó de una gran temporada, ha empezado a cansarse de lo que propone y ofrece el Mallorca, sobre todo cuando actúa como local. Un malestar que ya se reflejó este domingo contra el Alavés, con los primeros pitos y protestas contra el equipo, especialmente después de una primera parte terrible. Ahora la plantilla podrá tomarse un respiro a domicilio con la excusa de la Copa del Rey, en la que visitará al modesto Valle de Egüés (miércoles, 19.00 horas), pero el sábado tendrá que comparecer otra vez en su estadio para intentar pagar todas esas deudas que se le van amontonando a las puertas del vestuario. Viene el Sevilla. Y si no es una final, se le parece.
El apunte
Diez partidos sin ganar once años después
Con el empate frente al Alavés del pasado fin de semana el Mallorca encadena ya diez partidos de LaLiga sin ganar, una racha que se acerca peligrosamente a la que firmó el equipo en la temporada 2012-13, con Joaquín Caparrós en el banquillo, cuando llegó a conectar once. En el caso particular de Javier Aguirre, la actual no es su mayor serie de partidos sin ganar en España. Entre enero y abril de 2005, cuando era entrenador de Osasuna, el mexicano llegó a pasarse doce jornadas seguidas peleado con la victoria, aunque justo después enganchó cuatro victorias consecutivas.