El dicho ya lo dice por sí solo. Quién perdona paga y el Mallorca lo ha hecho en el Reale Arena. Esta vez, fue Remiro el que lo imposibilitó todo y frustró a un Cyle Larin negado de cara al gol.
La derrota entraba en los planes de -casi- todo el mundo, pero el contexto empieza a pedirle a Aguirre que supere la rampa que se está generando cuando no se gana.
El mexicano puso en liza un 5-3-2 con dos referencias arriba. Su idea salió casi a la perfección. Larin y Muriqi ganaban los lanzamientos en largo y los de segunda línea catapultaban los ataques del Mallorca. Estuvo cerca de salirle perfecto el plan de Aguirre, pero la definición fue el 'pero' más grande.
Las ocasiones se sucedieron, de hecho, con las estadísticas en mano, el Mallorca fue superior y mereció sumar algo en el Reale.
Sin embargo, las estadísticas se alejan de la realidad y el miedo empieza a entrar en el cuerpo del mallorquinismo. 1 victoria en 10 partidos es lo palpable y objetivo.