Después de ganar al Celta en Balaídos el Real Mallorca se ha asentado en la franja central de la clasificación (puesto 11) con 37 puntos cuando faltan solo nueve partidos para que acabe la temporada. El equipo de Javier Aguirre se encuentra ya a diez de distancia sobre los puestos de descenso, en cuya puerta se sitúa ahora mismo el Valencia (27 puntos). ¿Es suficiente esa renta para asegurar la permanencia en Primera División? Evidentemente, la salvación todavía no es matemática, aunque los precedentes indican que sí se puede empezar a hablar de ella de manera virtual. Sobre todo, si se gana el próximo domingo al Getafe en Son Moix. Y más, teniendo en cuenta que, además del colchón que existe, hay otros seis equipos bajo sus pies que le separan del agujero y que difícilmente todos ellos podrán superarle.
En lo que va de siglo XXI solo hay un equipo que haya desperdiciado una renta como la que gestiona ahora mismo el Mallorca para acabar bajando a Segunda. Se trata del Levante de la temporada 2004-05, que además representa un ejemplo muy bien conocido por la afición bermellona, ya que la estrepitosa caída granota permitió al propio conjunto balear celebrar una permanencia milagrosa. Dirigido por Bernd Schuster, que al final sería sustituido por José Luis Oltra, el cuadro del Ciutat València cerraba la jornada 29 en el puesto 14 con 34 puntos, una decena más de los que guardaba en ese momento en la cartera el Mallorca de Héctor Cúper. En los nueve capítulos finales, los azulgranas sumaron solo tres puntos más, llegando a 37. El Mallorca recopiló 15 y alcanzó la barrera de los 39.
En las últimas décadas ha habido otras dos caídas destacadas, aunque ninguna tan aparatosa como la de aquel Levante. La primera la protagonizaba el Valladolid en la temporada 2003-04. Con Fernando Vázquez en el banquillo, los pucelanos eran decimoterceros y contaban con 35 puntos, siete por encima del barranco. Un mal final de curso, en el que solo sumaron 6 puntos de 27 (41 en total), le mandó a Segunda de la mano del Celta y del Murcia.
El último ejemplo es más reciente. Lo encarna el Girona, que tiró a la papelera una ventaja de seis puntos en la temporada 2018-19. A falta de nueve partidos, los catalanes estaban la posición número 13, con 34 puntos en el bolsillo, aunque solo sumaron otros tres —ganándole al Sevilla en Montilivi— en el tramo más decisivo. Perdieron nueve de las diez últimas jornadas. Los 37 puntos con los que abrocharon la campaña no le bastaron y cayeron al pozo junto a Huesca y Rayo Vallecano.
El propio Mallorca estuvo a punto de arruinar una renta de nueve puntos en la campaña 2010-11, con Michael Laudrup en el banquillo, aunque en aquella temporada el último de los clubes que bajó fue el Deportivo, con 43 puntos. Una cantidad a la que, según las proyecciones actuales, difícilmente se llegará resta temporada.