En poco más de media temporada, el Real Mallorca ha recuperado una porción de su pasado reciente entre los grandes. El cuadro balear solo ha necesitado 22 partidos para dejar casi finiquitado el asunto de la permanencia y para tomar posiciones en el cielo de la liga. Con la victoria del sábado contra al Villarreal, la quinta consecutiva que factura en Son Moix, administra ya 31 puntos —tres menos de los que exige ahora mismo el acceso a Europa y once más de los que marca la línea de la salvación— que le han permitido levantar el campamento en la octava plaza de la parrilla, por delante de equipos como Osasuna o como el propio conjunto castellonense, al que supera en el golaverage directo después de ganarle los dos partidos del ejercicio.
El plantel bermellón, que en las próximas jornadas se asoma a un calendario aparentemente favorable, disfruta de los mejores momentos de la temporada y de los últimos años con Javier Aguirre sentado sobre el puente de mando. El entrenador mexicano, que la campaña anterior ya apartó al equipo de las brasas del descenso, le ha dotado este vez de una personalidad arrolladora y lo ha convertido en un grupo tan reconocible como productivo.
MÁS DE 30 PUNTOS
Trece años sin cruzar la barrera
Hacía casi tres lustros que el Mallorca no alcanzaba este punto kilométrico del campeonato con más de 30 puntos en la cartera. Concretamente, desde la temporada 2009-10. Es cierto que en ese tiempo ha pasado siete campañas fuera de la burbuja de la Primera División, pero también que en sus últimas participaciones había estado siempre más próximo a las profundidades que a las alturas. Desde el año 1997, cuando celebró aquel ascenso que marcó el inicio de la era dorada, es la quinta vez que lo hace. Y en todas las anteriores, despidió la liga con un billete para viajar por Europa en la mano. De momento, nadie en el club se plantea ese objetivo por goloso que resulte. Y menos aún hasta que esté anudada del todo la salvación, que en los diez últimos años ha estado garantizada con 40 puntos o alguno menos.
UN VALOR SEGURO
La fortaleza de Son Moix
El Mallorca ha hecho de Son Moix su mejor punto de apoyo y el pleno de los cinco últimos partidos en casa así lo acredita. Ese cambio en la tendencia —en la primera parte del curso producía mucho más como visitante que como local— ha motivado que el equipo apenas acuse los problemas que padece en los desplazamientos, donde también lleva desde noviembre sin cosechar un solo punto. Ahora mismo es el sexto mejor local de la Liga (20 puntos) y tiene la posibilidad de seguir creciendo en esa misma dirección, ya que tras la visita a Cornellà del sábado (14.00 horas) para enfrentarse al Espanyol jugará dos partidos seguidos en Palma. El primero le medirá al Elche, que además de ser colista llegará con un pie y medio en Segunda. El segundo la cruzará con la Real Sociedad.
ATAQUE DESBLOQUEADO
Muriqi vuelve a abrir el grifo
Después de muchas semanas con el gatillo atascado y el punto de mira nublado, el Mallorca se reencontró con su mejor versión en ataque frente al Villarreal y anotó cuatro goles ante su afición, algo que no conseguía desde la temporada 2019-20. De hecho, en ninguno de los partidos de esta campaña en Palma había marcado más de un gol por partido. Vedat Muriqi, máximo goleador bermellón, actualizaba sus cuentas, congeladas desde antes del Mundial, en una tarde que también resultó muy especial para otros dos de sus compañeros: Tino Kadewere y Dani Rodríguez. El primero aprovechaba su primera intervención como titular en la Liga para desmarcarse también como el primer futbolista de Zimbabue que marca un gol en la Liga. El de Betanzos, por su parte, firmaba su primer doblete en Primera División —en la 2020-21 había rubricado otro en Segunda, contra la Ponferradina— y ya es el segundo máximo artillero de la plantilla. El último doblete de un jugador del Mallorca en Primera pertenecía a Ante Budimir, que marcó cuatro en la 2019-20. El último de ellos, contra el Celta.
FINAL DE RACHA
Una victoria por más de un gol
Hasta la goleada del pasado sábado contra el Villarreal (4-2), las últimas doce victorias del Mallorca en su estadio habían sido por la mínima. Desde que se impusieron al Levante en julio de 2020, en un partido que se disputó a puerta cerrada por las restricciones del coronavirus (2-0, goles del Cucho Hernández y Take Kubo), los baleares no habían terminado un partido en Son Moix de forma holgada.