Cuando menos lo esperaba, ha acabado encontrando el Mallorca un pozo de petróleo fuera de casa. De camino al primer tercio de la temporada, el equipo que dirige Javier Aguirre ya ha cosechado el doble de puntos como visitante (8) que como local (4). El triunfo de este sábado en Mestalla —el tercero que firma el club balear en el campo del Valencia tras los de 2008 y 2010— refuerza esa sorprendente condición de forastero del conjunto isleño, que de paso recupera algo de aliento en la clasificación.
Bajo los focos de Mestalla el Mallorca ponía solución a los problemas más tóxicos de las últimas jornadas. Sigue siendo incapaz de mantener cerrado el portal de Rajkovic —encajó el cuarto tanto de la temporada desde el punto de penalti—, pero se reencontraba con el gol tras 265 minutos en blanco. El regreso a la arena del Pirata Muriqi ayudaba a mitigar la sequía y, como en Vallecas, la sociedad anotadora que forma con Kang In Lee le terminaba dando al equipo una victoria terapéutica que le devuelve momentáneamente a las aguas templadas de la tabla y le ayuda a alejarse de la fosa del descenso.
El Mallorca amontona ya dos victorias fuera de su estadio —la temporada pasada ganó en Mendizorroza, el Metropolitano y El Sadar— y ha facturado algún punto en cuatro de los seis desplazamientos que ha hecho hasta el momento. Solo regresó a casa con el equipaje vacío tras las visitas al Santiago Bernabéu (4-1) y Anoeta (1-0). Los empates que atrapó en San Mamés contra el Athletic (0-0) y en el Martínez Valero frente al Elche (1-1) mejoran su balance actual como anfitrión. En Palma únicamente ha puntuado ante el Girona (1-1) y el Almería (1-0).