Un gol de Maffeo le bastó al Mallorca para poner orden en el salón de su casa y ajustar unas cuentas que seis jornadas después permanecen pintadas de verde. Con los números en la mano, el conjunto bermellón ha amanecido entre el equilibrio más absoluto. Dos victorias (Rayo y Almería), dos empates (Athletic y Girona) y dos derrotas (Betis y Real Madrid) forman un botín de ocho puntos que le permiten ir llenando la despensa de cara a los meses más fríos y oscuros del invierno.
Mucho más práctico que vistoso, el Mallorca de Aguirre sigue cubriendo de hormigón el jardín de Rajkovic, que en casa solo ha sido superado desde los once metros. El regreso de Copete —entró en el último momento en el once para sustituir a Nastasic, lesionado durante el calentamiento— acabó siendo fundamental para acuñar la segunda alegría del curso y para mantener cerrado el pestillo del área rojinegra por tercera ocasión. Una dulce sensación amplificada por el hecho de tener delante a un posible rival directo al que le cae encima otro alud de dudas.
La primera victoria en Son Moix tiene además un alto valor estratégico. La Liga se detiene y lo hace con el conjunto balear flotando en la zona media de la clasificación, lejos de cualquier agujero negro. La carretera volverá empinarse dentro de dos semanas, pero de momento la presión está en la mochila de otros.