El Real Mallorca se ha especializado en las áreas sin tener demasiado en cuenta lo que suceda en la sala de máquinas. Atrás barre todo lo que puede sin dejar ni una mota de polvo. Arriba, en cuanto huele un poco la sangre, se tira a la yugular de su rival para dejarle sin aliento. En Vallecas dejó que el Rayo dormitara con el balón hasta aburrirse para cazarle en dos zarpazos. En el primer gol Dani robó el balón y Vedat Muriqi ejecutó con la cabeza. En el segundo Rajkovic sacó en largo, peinó un defensa y Kang In Lee confirmó su metamorfosis -ha asumido el rol de Kubo y el suyo propio- para meter el 0-2 y enterrar el partido. Así de sencillo.
Javier Aguirre está exprimiendo al máximo las virtudes de su equipo en este arranque de campeonato. Sabe lo que tiene y hasta donde puede llegar. Pertrechado en su cueva, el primer precepto es no salir herido en la refriega. Y si encima puedes regresar a casa con algún regalo para los niños, perfecto. Este Mallorca se siente más cómodo defendiendo que atacando. No es una sensación. Es el libro de estilo que reparte Javier Aguirre en el vestuario. El equipo coquetea con el riesgo y camina sobre el alambre durante muchos minutos, pero de momento está cerrando con cemento armado cualquier grieta. Arriba, la pareja Muriqi-Kang juega casi de memoria y en las próximas horas se sumará a la causa Tino Kadewere, un zimbabuense cedido por el Olympique de Lyon.