Diego Tristán fue el autor del gol del Real Mallorca en el Amsterdam Arena hace 22 años. Fue un 25 de noviembre de 1999 cuando el equipo bermellón conquistó el templo del club holandés. Ese día se disputaban los dieciseisavos de final de la Copa de la UEFA y el equipo rojillo llegaba a la cita con toda la humildad del mundo, pero con la ambición por bandera. El jugador andaluz rememora para Ultima Hora esa noche inolvidable que puso otra vez al Mallorca en el mapa futbolístico mundial.
¿Fue el gol que marcó en el Amsterdam Arena uno de los más importantes de su etapa profesional?
- Lo fue porque eran los inicios de mi carrera. En esos momentos te vas haciendo jugador y consiguiendo cosas y lo que quieres es seguir creciendo. Todos empezamos de cero y desde abajo y para lograr cubrir metas hay que hacer partidos como el que hicimos ante el Ajax.
¿Tiene todavía en su retina las jugadas de ese encuentro?
- Es difícil olvidarlas. Antes del gol ya tuvimos algunas ocasiones, recuerdo una junto a Biagini dentro del área y después llegó el uno a cero. Ha sido uno de los partidos más importantes en el inicio de mi carrera donde el gran objetivo era consolidarme en Primera y la verdad es que recuerdo con mucha satisfacción ese día y esa noche.
Ese gol tuvo el ADN de Diego Tristán. Su talento ahí estaba reflejado desde que recibió el balón, pasando por picarlo por encima del central y disparar como lo hizo.
- Cada uno tiene unas características y en esa jugada exploté algunas de ellas. Recuerdo por ejemplo que en esos momentos Aron Winter era uno de los mejores defensas. Recibí un balón entre centrales, conseguí controlar y pasar el balón lo justo por encima para encarar al portero y tirar a gol. El gol ante el Ajax me dio fuerza para seguir creciendo y haciendo cosas ese año.
Supongo que es un motivo de orgullo para usted haber formado parte de ese gran equipo que tantas tardes de alegría dio a la afición.
- No había ganando ningún equipo español en el Amsterdam Arena y el Mallorca, que venía de hacer las cosas bien, consiguió un gran marcador y eso siempre queda en el recuerdo.
Ese año no empezó bien con la eliminación de la Champions por parte del Molde. Si Amsterdam es uno de sus grandes recuerdos, el partido ante los noruegos fue de lo peor.
- A nivel colectivo no hay duda, personalmente ahí no participaba mucho en el equipo, el entrenador era otro (Mario Gómez) y la llegada de Fernando Vázquez al equipo me abrió las puertas totalmente y a partir de ahí fui otro jugador. Para todos los de Molde fue un golpe duro, pero a partir de ahí llegó Fernando y me pasaron cosas increíbles. Él me dio la opción de jugar en Primera y desde que llegó me dio un sitio en el once titular y mucha confianza.
¿Entrenar a un equipo como ese en el que usted jugaba debe ser el sueño de muchos entrenadores actuales?
- Había una mezcla de todo, gente joven y veterana, pero sobre todo con mucha ilusión. No todos los equipos podían presumir de tener ese tipo de jugador con la experiencia de Engonga, Olaizola, Nadal, futbolistas que además de ser veteranos te ayudaban mucho en el campo.
Cuando uno mira hacia atrás y observa que han pasado 22 años se da cuenta de que el tiempo pasa muy rápido en el fútbol.
- Eso es para todos, la vida sigue. En esos momentos es cierto que parece que eso no va a acabar nunca, pero luego te das cuenta de que son dos días. Se podrían haber hecho mejores cosas, pero también peores. Yo me siento supeorgulloso de mi trabajo, de mi carrera, de lo que hice como jugador y en especial de lo que me sucedió en el Mallorca. Había llegado ahí casi siendo un niño, no había jugado prácticamente en ninguna categoría importante y de la nada me pude hacer un nombre en España en Primera División.