De vuelta a la Liga, el Mallorca volverá a enfrentarse en Vallecas (lunes, 21.00 horas) a los fantasmas que le persiguen. El equipo balear, que en su último examen antes del parón se aplicó un torniquete que contuvo parcialmente la hemorragia de los descuentos, debe intentar suavizar ahora la crisis del intermedio, una suerte de depresión que sacude al equipo tras los descansos y un enorme agujero por el que han llegado el 78'9% de los goles (15 de 19) que ha encajado durante el primer tercio de la Liga. El paso de las jornadas ha convertido al Mallorca en el conjunto más vulnerable del campeonato a partir de la segunda mitad. Acostumbrado a presentarse bajo una firme y digna puesta en escena, el cuadro bermellón es a su vez uno de los más sólidos durante en los primeros cuarenta y cinco minutos de acción y juego. De hecho, solo en uno de los trece partidos que ha protagonizado hasta la fecha ha llegado al descanso por detrás en el marcador y coincidió con una de sus peores actuaciones en años. Fue el pasado 22 de septiembre, en el Santiago Bernabéu y frente a un Real Madrid que le devoró en media hora. Los blancos son, junto a Osasuna, los únicos que han agujereado la portería mallorquinista antes del paso por vestuarios, un logro personalizado en Benzema, Marco Asensio y Cote. Aunque el conjunto navarro, que acabó ganando el duelo (2-3), llegó al ecuador del encuentro perdiendo (2-1). El resto de equipos que han superado la muralla defensiva del Mallorca (Betis, Athletic, Real Sociedad, Valencia, Sevilla, Cádiz y Elche) tuvieron que esperar a que el guión avanzara, a que los partidos se rompieran y a que el desgaste hiciera mella.
Inestabilidad
Defensivamente no está siendo un gran año para el Mallorca, que ha cubierto el primer gran sector del calendario con el chaleco antibalas lleno de agujeros. Su inestabilidad, en la que ha ido influyendo el alto número de lesiones registradas estos meses, le ha llevado a ser el tercero en cuanto a número de goles encajados (19), una tabla en la que solo le superan el Levante y el Valencia. En cualquier caso, ninguno de esos dos equipos concentra tanto su debilidad como el isleño, cuyo edificio tiende a desmoronarse al doblar la esquina de la jornada. Un mal que se ha hecho especialmente doloroso durante el arco del último cuarto de hora y el tiempo añadido, en el que se ha ido dibujando una grieta por la que han volado ya muchos puntos. Solo en los partidos contra Osasuna, Real Sociedad, Valencia y Cádiz se evaporaron seis de ellos.
Después de catorce días de parón el Mallorca ha tenido tiempo para afianzar conceptos, localizar sus peores defectos y afilar las mejores armas que tiene a mano. El lunes intentará trasladarlo todo a la hierba de Vallecas, donde le espera un compañero de ascensor que se ha desmarcado como el equipo revelación en Primera y como el que más puntos suma en su terreno de juego. Un dato sorprendente que los de Luis García Plaza —contra el Rayo volverá a dirigir el partido desde el banquillo Pedro Rostoll— intentarán oxidar puntuando entre sus paredes, algo que hasta el momento solo ha conseguido el Celta con un empate.
El Mallorca hincó la rodilla en Vallecas en su última visita en Primera (2012), pero antes había encadenado allí tres victorias. También ganó la temporada pasada en el entorno de la Segunda División, aunque con muchos de los actores que habrá el lunes sobre el campo. Será la segunda vez que LGP y Andoni Iraola enfrenten sus pizarras y hasta el momento el pulso está empatado, ya que cada uno de ellos ganó el que jugó el curso anterior como forastero. Los baleares, que en sus tres últimos partidos fuera de Son Moix lo han perdido casi todo en los instantes finales, quieren solucionar en Vallecas sus problemas más tóxicos. Porque hasta el momento las segundas partes nunca fueron buenas.