Del parón a la conquista de un territorio prohibido. Dos semanas después, el Mallorca vuelve al campo de batalla. Con las baterías cargadas, la despensa llena y sin demasiado peso sobre los hombros, el conjunto de Luis García Plaza volverá a bajar este sábado a la arena para actualizar sus cuentas y ponerse sobre la báscula.
El problema es que se reenganchará a la exigencia competitiva en un decorado tan familiar como estéril. El conjunto balear volverá a encender los motores frente a la Real Sociedad, uno de los líderes de la Liga junto a Real Madrid y Atlético, en uno de los escenarios en los que más ha encallado últimamente. Concretamente, acumula ocho derrotas consecutivas en Anoeta —hoy bautizado como Reale Arena, su nombre comercial—, un decorado del que no ha extraído nada positivo desde hace casi dos décadas.
En su última puesta en escena el Mallorca recompuso parte de la figura, pero sigue arrastrando bajas como las de Raíllo y Sedlar y lleva diez días trabajando sin sus cinco internacionales (Baba, Lago Junior, Fer Niño, Hoppe y Dominik), que irán regresando a Palma durante los próximos días. Para el conjunto balear, ganar a la Real Sociedad supondría una enorme inyección de autoestima.
El equipo donostiarra no solo contempla al resto de la clasificación desde las alturas, sino que ha hecho de su estadio un castillo sin accesos para quienes lo visitan. No pierde en sus instalaciones desde la temporada pasada —cayó el pasado mes de abril contra el Sevilla— y en lo que va de curso es, junto al Barcelona, el que más ha producido como local. Allí ha sometido a Rayo, Elche y Levante y solo el propio Sevilla, otra vez, se atrevió a arañarle un empate sin goles en septiembre.
El Mallorca ha ido afeando sus rasgos como forastero. Olvidada ya aquella impresionante racha de la temporada pasada en Segunda División, el cuadro bermellón ha vuelto a una versión más lógica y casi todo lo que tiene lo ha recogido en casa. En cualquier caso, también es cierto que empezó a romper el hielo a domicilio, ganando en Vitoria en el que era su primer desplazamiento (0-1), o que como visitante suma un punto más que el Barcelona.
Tras dos dolorosas caídas fuera de casa, el asalto de Amara —el barrio donde se levanta a Anoeta— requiere un esfuerzo extra. Los datos lo dicen todo: el Mallorca no gana allí desde principios de siglo, cuando llegó a amontonar tres victorias en cuatro años. La más reciente de todas data del año 2003, con Luis Aragonés sentado en el banquillo y Samuel Etoo como ejecutor (0-1). A partir de ahí, la nada. Tanto en la Liga, donde ha ido engarzando una tras otra siete derrotas, y en Copa del Rey, donde también recibió un golpe que luego, eso sí, remontó con una goleada mágica.
El último gol, en 2007
Los muros de Anoeta se han ido agigantando para el Mallorca con el paso de los años, hasta el punto de que los bermellones ni siquiera han celebrado un gol en sus últimas cinco visitas, incluyendo la mencionada de la Copa. El último tanto bermellón en el domicilio realista lo firmó el Caño Ibagaza en marzo de 2007. Y no sirvió de nada (3-1).
De toda esa hilera de derrotas que deja el Mallorca a su espalda las más abultadas han sido las últimas, ambas por goleada (3-0). Si hay un partido que todavía puede servir como referencia es el de hace dos temporadas. En enero de 2020 y en una tarde que será recordada siempre porque coincidió con el triste fallecimiento de Kobe Bryant, el Mallorca de Vicente Moreno recibió un duro revolcón en la capital guipuzcoana. La resistencia balear se vino abajo tras el descanso y un tanto de Isak, otro de Portu y un autogol de Gámez hicieron el resto.
Para el partido del sábado (21.00 horas) Luis García Plaza seguirá teniendo a parte de la defensa agujereada y echando de menos a Take Kubo en el frente de ataque. Está por ver, además, cómo regresan los internacionales, porque aunque la carga de minutos no ha sido escandalosa, los viajes y la falta de descanso podrían acabar pasando factura. El equipo tiene tres sesiones antes de viajar, el viernes por la tarde, a por el cuarto triunfo de la temporada.