En su penúltimo acelerón, el Mallorca apura la pista de despegue. Con el motor reparado y el cielo más despejado que nunca, el conjunto que dirige Luis García Plaza quiere invertir sus próximas horas de vuelo en completar el viaje que empezó a planificar el pasado verano. Los baleares atravesarán este sábado en Málaga otra zona de turbulencias y si la superan sin perder altura divisarán el que ya es su único destino posible: el ascenso a Primera División (La Rosaleda, Gol y Movistar LaLiga, 21.00 horas).
El Mallorca vuelve a volar con el depósito de combustible hasta arriba. Sus problemas en los desplazamientos habían reducido la velocidad del viaje mientras alimentaban ciertas dudas, aunque la fuerza que ha mostrado en su base de operaciones, la irregularidad de los que siguen su estela y el tiempo han vuelto a ponerse de su lado para aclararle el horizonte. Tanto, que de los cinco partidos que tiene por delante le basta con ganar dos y empatar uno. Eso en el peor de los casos, ya que cada error que cometa el Almería acelerará los plazos y ampliará los márgenes.
Con la clasificación en la mano al Mallorca le espera uno de los partidos menos asfixiantes de este tramo final del calendario. Sin embargo, los precedentes más próximos no indican lo mismo. El cuadro balear, que apenas ha fallado en sus encuentro contra los grandes, ha concentrado casi todos sus errores frente a rivales teóricamente inferiores y con aspiraciones mucho más modestas. El más claro ejemplo está en las últimas salidas a Castellón y Sabadell, donde ni marcó ni mantuvo cerrada la puerta ni puntuó.
En el caso del Málaga, tiene poco que pelear en la tabla más allá de acabar con los trámites de una permanencia que a simple vista tampoco peligra. Situado justo en el ecuador y a la misma distancia del playoff que del agujero, al conjunto de Sergio Pellicer solo le queda ponerle el sello a la salvación. Un último tramite que ha ido aplazando tras caer en un bache en el que ya lleva tres jornadas y del que solo ha extraído un punto.
Lo cierto es que tanto Málaga como Mallorca van a actuar sobre un escenario poco favorable. Ni los andaluces se sienten cómodos en su casa —solo han ganado cinco de dieciocho partidos en su estadio y son el segundo peor local de la competición, únicamente superado por el colista Albacete— ni los isleños son tan rocosos como hace unos meses con el traje de forastero. El ejército de LGP, que en cualquier caso sigue siendo el mejor visitante del torneo (32 puntos), lleva más de dos meses prácticamente en blanco a domicilio y desde que desmontó al Logroñés en Las Gaunas (27 de febrero) ha sufrido cuatro derrotas. Su único avituallamiento en esa dirección ha sido el punto que cosechó en Las Palmas.
El Mallorca va con todo a excepción de Dani Rodríguez, sancionado por acumulación de amonestaciones, e Iñigo Ruiz de Galarreta, que se recupera de su última lesión. Abdón y Raíllo han superado el último corte al igual que Baba, aunque el senegalés está prácticamente descartado para ser titular y su asiento en la sala de máquinas seguirá ocupado por Sedlar, que tiene encandilado al entrenador en esa tarea como pivote. Para llenar el hueco que deja Dani Rodríguez hay muchas variantes, aunque lo más probable es que Amath avance su posición y que aparezca otro futbolista de banda, como Murilo, Mboula, Mollejo o incluso Cufré. En cualquier caso y siguiendo la línea del último viaje, Luis García ha desplazado a la Costa del Sol a toda la plantilla, como si de otra final se tratara, para hacer piña y reforzar los cables que unen al grupo en un momento tan decisivo de la campaña.
En el Málaga, con las extremidades atadas y el vestuario repleto de futbolistas de la cantera, seguirán siendo baja por lesión los centrocampistas Jozabed Sánchez y el argelino Mohamed Benkhemassa y el defensa venezolano Josua Mejías, aunque es probable que el mediocentro Luis Muñoz regrese a la convocatoria tras un mes recuperándose de una rotura fibrilar para incrementar el número de efectivos blanquiazules.