Seis y finales y doce puntos. Es la hoja de ruta actualizada de un Mallorca que tras muchos meses de plácido vuelo entre las nubes de la Segunda División se ha quedado bloqueado en el recibidor del ascenso. Ajeno a las depresiones que han ido sufriendo sus rivales durante muchas fases de la temporada, el equipo de Luis García vive sus días más oscuros ahora que la carretera empieza a estrecharse. Lo confirmó el lunes en Sabadell, donde sufrió otro patinazo que apenas ha dejado marcas en la clasificación, pero que abre el cajón de las dudas a poco más de un mes para el final de curso. En el peor momento posible.
Hacía nueve meses —desde la temporada pasada, en Primera— que el Mallorca no encadenaba dos derrotas en la competición regular. Sin embargo, ha caído en esa zanja cuando más llano parecía el calendario y cuando peor estaba el Almería. El Castellón y el Sabadell, dos rivales hundidos en la trastienda de la clasificación que ni siquiera recibieron un solo rasguño, han impedido con muy poco que los baleares apalabraran su acceso al piso superior y han provocado que el vértigo creciera. Porque la batalla, todavía desnivelada, se mantiene encendida.
Confianza
Dentro del vestuario, Luis García Plaza y sus futbolistas han optado por cerrar filas para evitar que la marea de estas últimas jornadas ponga en peligro el trabajo de todo el curso. Las sensaciones han empeorado, pero al Mallorca le siguen saliendo las cuentas. Tiene que enfrentarse al Mirandés, el Alcorcón y el Zaragoza en Son Moix y al Málaga, el Tenerife y la Ponferradina a domicilio. Y con vencer cuatro de esos partidos tendría el premio gordo garantizado aunque el Almería gane todo lo que tiene por delante. «El final de esta historia no se ha escrito todavía», recordaba ayer Luis García Plaza en un mensaje de optimismo publicado en las redes sociales que secundaron después muchos de sus futbolistas. «La vida y el fútbol a veces no es fácil y en momentos como estos salen a relucir los luchadores y los perseverantes», añadía para recordar que el Mallorca sigue alojado a las puertas del cielo y que para cruzarlas debe salir cuanto antes del agujero en el que se ha metido.