Empiecen el libro por el final. Por su epílogo. Narra que el Mallorca ganó. Como casi siempre. Es la dulce rutina sobre la que se desliza el grupo de Luis García Plaza. Fue esta vez en Las Gaunas, aunque podía haber sido en cualquier otro sitio. Como forastero, la escuadra balear es implacable. Impone su ley y se larga con el botín. En La Rioja pulverizó un nuevo registro (16 partidos sin perder como visitante) y acentuó sus credenciales en el liderato.
El último mensaje del Mallorca a su competencia volvió a resultar demoledor. Ya no se trata de analizar el camino que condujo a la enésima conquista, sino del resultado final. Llegados a este punto, el conjunto bermellón siempre acaba fortalecido. Fue otra función sin fuegos artificiales, pero si envuelta de pragmatismo. Bastó un gol de Antonio Sánchez, futbolista del que aseguran tiene su futuro lejos de Son Moix, para ejecutar a un Logroñés (0-1) que expuso más vigor que cualquier otra cosa. El primer naufragio del Leganés en la era Garitano (cayó en Cartagena) incrementa el valor del nuevo éxito bermellón, que ha trasladado un nuevo cargamento de presión al Espanyol, que juega en Gijón. El Almería cumplió con su parte del trato pasando por encima del Lugo (4-1), aunque el Mallorca sigue siendo el primero de la clase.