Álex López de Groot (Calafell, 1993) lleva un año sin calzarse las botas para jugar un partido. Una lesión de menisco y dos pasos por el quirófano, todo un infierno para cualquier deportista profesional, han convertido los últimos quince meses en un camino de espinas para el delantero del Mallorca. Actor destacado en la reconstrucción del equipo y participante activo del doble ascenso, el catalán empieza ahora a ver algo de luz al final del pasillo. Trabaja sin descanso en la trastienda de Son Bibiloni, lejos de las cámaras, y dentro de poco espera ser uno más en los entrenamientos de campo con la plantilla. No tiene ficha y su futuro, acabando contrato el 30 de junio, sigue cubierto por la bruma. Aunque eso, de momento, está aparcado. «Todo esto ha sido muy largo y muy duro. Espero que merezca la pena y que pueda volver a jugar. Es lo único que pido», explica sin perder el ánimo.
Desde el ascenso a Primera División, un momento mágico que permanecerá para siempre en el disco duro del mallorquinismo, a Álex López se le torció el destino. Se quedó sin sitio en la plantilla y tras un verano complejo encontró acomodo en el Extremadura. «Tras subir fue un palo muy gordo tener que irme, porque creo que tampoco lo merecía», recuerda. En Almendralejo y a las órdenes de Manuel Mosquera, del que guarda un cariñoso recuerda, empezó a jugar y a ser importante. Hasta que su rodilla habló. «Era un viejo problema, de cuando estuve en el Nàstic. Me había operado en su momento y la verdad es que todo fue bien. En Mallorca estuve perfecto, pero al no tener menisco el cartílago se desgasta porque los huesos chocan». Acababa octubre de 2019 y tomaba la decisión de volver a operarse, esta vez en Córdoba y guiado por los médicos del Extremadura. «En aquel momento no tenía mucha información sobre mi lesión. O al menos, la que me dieron no fue la mejor. Tenía que ser algo relativamente sencillo».
Más problemas
Recuperado de esa primera intervención, Álex López volvió al campo a principios de 2020. Participó en tres partidos, aunque algo no terminaba de ir bien. La rodilla se hinchaba y el dolor reaparecía. En ese punto, decidió probar por otro camino. «Fui a ver al doctor Cugat y cuando vio la resonancia me dijo que era imposible. Que lo que me habían hecho no servía para nada y que no era lo que me tenían que hacer. Le impactó ver mi rodilla. No era una operación para un futbolista profesional», lamenta.
Álex buscó enseguida otra asa a la que agarrarse para salir a la superficie. «Quería volver a jugar y hacerlo en unas condiciones óptimas, no quedarme cojo para el resto de mi vida. El entrenador del Extremadura me ayudó mucho y me dijo que tenía que pensar en mí y en mi futuro», relata el jugador, que decidió instalarse temporalmente en Barcelona con la idea de ser operado de nuevo. Justo ahí, apareció otra gran roca en el camino: la pandemia. «Cuando me iban a operar cerró todo y tuvimos que retrasar el paso por el quirófano un mes y medio o dos meses», repasa. Un contratiempo que, en cualquier caso, marcó un punto de inflexión. El cambio de mentalidad. «Ahí ya sabía que iba a perder toda la temporada siguiente y cambié el chip. Solo pensaba en recuperarme bien. Iba a perder el año, pero a la vez quería crecer como persona y darme cuenta de lo afortunados que somos. Porque al final, tenemos de todo y todos los medios a nuestro alcance», admite. «He aprendido a valorar quiénes somos y dónde estamos, que antes quizás no lo apreciaba. Vivo de mi pasión, que es el fútbol y muy poca gente puede decirlo. Hay jóvenes que trabajan muy duro toda su vida para llegar a dónde estamos nosotros y no pueden. Esto te ayuda a verlo. Y si tienes que llegar el primero al entreno y marcharte el último, o estar tres horas en el gimnasio cuando los demás solo están media, lo tienes que hacer con toda la motivación del mundo. Muchos jugadores han estado un año o un año y medio parados y luego han vuelto bien. Yo ahora me quedo con eso».
Mientras se acerca a la meta, parece que el sol asoma y que la rodilla responde. «Soy optimista al máximo y volveré a jugar, seguro. Lo que el futuro depare no lo sabe nadie. Pero haré todo lo que esté en mi mano para volver a jugar. Y por supuesto, me gustaría que fuera en el Mallorca».
Es uno más para Luis García
Aunque no dispone de ficha, Álex López es uno más para Luis García. «Lo hago todo con el equipo. Estoy en las charlas, en las sesiones de vídeo... El míster ya me dijo que sería así y que me tomara mi tiempo. En Navidad mi representante preguntó al club si cabía la opción de ser inscrito y no pudo ser porque voy a llegar muy tarde. Es normal. Pero hago los mismos horarios que ellos y sigo todas sus rutinas, solo que cuando ellos descansan yo no puedo hacerlo. Mi día libre es el día de partido. Me queda un pasito y espero poder demostrarle al míster y a Pablo (Ortells) que puedo ser válido», explica.
Su contrato expira el 30 de junio
La situación de Álex López en el Mallorca es compleja. A su grave lesión y a las dudas que genera el estado de su rodilla, que no se aclararán hasta que vuelva del todo, se une su situación contractual. La relación entre el club y el jugador acaba el 30 de junio y por el momento no hay nada decidido. «Ellos (el Mallorca), evidentemente, aún no pueden pronunciarse sin saber cómo voy a estar. Porque podría volver y a los dos meses ver que ya no puedo jugar al fútbol. Yo no lo contemplo, pero también es una opción», reconoce. «Les entiendo, pero creo que sería un detalle por su parte. Lo he dado todo por el club y hemos conseguido cosas muy bonitas. No me importa tener que cobrar menos o bajarme mucho el sueldo. Me da igual. Quiero volver a sentirme profesional. Aquí la gente me quiere y me aprecia y eso se nota», alega antes de recordar la calurosa relación que mantiene con la afición. «Me llegan continuamente mensajes y me demuestran que he sido como un pilar para el equipo en esos dos ascensos. Estoy muy agradecido y enamorado del Mallorca. He vivido cosas increíbles aquí. Es mi casa».
Ascensos aparte, Álex ha firmado tantos inolvidables. Como el que decidió el derbi contra el Atlètic Baleares en Segunda B o el que tumbó al Cádiz a principios de la temporada siguiente. Aunque él tiene muy claro qué gol le gustaría volver a marcar: «Me quedo sin duda con el que le hice al Sporting en el descuento. Me marcó a mí y marcó a todo el mallorquinismo. Es la primera imagen del documental del ascenso y tiene mucho sentimiento», recuerda emocionado.