El Mallorca es un equipo trabajado. Todavía se percibe el sello de Vicente Moreno Peris y también las aportaciones de Luis García Plaza, que no ha tardado en acomodar a su equipo junto a la aristocracia del torneo. Aquella escuadra que arrancó la Liga con dudas y sin un plan reconocible, ha dado paso a un equipo tremendamente sólido y una idea de juego clara, aunque durante este vertiginoso viaje ha emergido un problema de calado: la falta de gol. Para jugar en Segunda, la plantilla del Mallorca es un lujo. LGP tiene prácticamente dobladas todas las posiciones con futbolistas de perfil alto en la categoría, pero arriba casi siempre es de noche. A pesar del déficit, el conjunto balear ha ido sacando adelante sus partidos.
Tras golpear al Málaga (3-1) entre semana, el cuadro bermellón se plantó en Zaragoza dispuesto a hurgar en la crisis de su adversario. Su primer tiempo fue discreto, pero a medida que el partido fue creciendo el Mallorca no tuvo excesivos problemas para apropiarse de la brújula y acorralar a su rival. Llegada la hora de mover el banquillo, García Plaza pudo presumir de fondo de armario (Salva Sevilla fue el último futbolista que puso en liza), pero no encontró soluciones para un problema heredado del último día de mercado. Eso si, su exposición fue suficiente para amarrar otro punto (0-0) y prolongar la imbatibilidad.