Controlar el partido y tener mayor posesión que el rival es un lujo inútil si no se crean ocasiones de gol y las pocas aproximaciones peligrosas no se materializan. Ayer, el Real Mallorca perdió (3-0) ante el Valladolid en Pucela en un duelo que el equipo de Vicente Moreno dominó territorialmente durante muchos minutos.
Sin profundidad, sin llegada, con pocos jugadores en el área rival... es casi imposible marcar. El partido número 1.000 del Mallorca en Primera pasará a la historia, pero no será por el buen juego exhibido por el equipo de Moreno, que fue superado por un Valladolid que, sin grandes alardes, supo aprovechar sus oportunidades. El Mallorca ha perdido en todos sus desplazamientos y encadena ya cinco derrotas. El desastre es absoluto.
Este domingo, Moreno revolucionó el equipo titular con numerosos cambios, unos sorprendentes y otros esperados. El técnico ofreció la titularidad al portero Fabricio, Pedraza y, al fin, Take Kubo, y dejaba así en el banquillo a los casi intocables Reina, Baba o Febas.
El Mallorca inició bien el partido, superaba al equipo pucelano, pero no llegaba con claridad al área rival. Un remate de cabeza de Joaquín cuando se cumplía el minuto 39 se convirtió en el primer gol del Valladolid, que jugó desde entonces y hasta el final del primer tiempo sus mejores minutos. El Mallorca parecía encarar bien el segundo tiempo, pero un penalti de Fabricio transformado por Enes Unal, dejó el duelo casi sentenciado. Quedaba mucho tiempo, pero el Valladolid se defendió con orden y contragolpeó con peligro ante un Mallorca desdibujado, sin ideas y que con el paso de los minutos fue bajando los brazos, perdiendo intensidad y acumulando errores e imprecisones. El equipo de Pucela puso la guinda con un gol de Sandro, ya en tiempo de descuento, fruto de la pasividad de la defensa.