El Mallorca se ha lanzado a por el ascenso. Sin disimulo alguno. Con decisión y energía. El grupo de Moreno se siente dulce, atómico y anda desatado.
Su exhibición sobre el Zaragoza (3-0) corroboró la consistencia de su candidatura, pero también que ha alcanzado el trayecto más decisivo del calendario un peldaño por encima de un puñado de equipos.
A excepción de Osasuna, que tropezó en Tenerife de forma sorpresiva, no es sencillo encontrar en el torneo un equipo que ofrezca un despliegue tan convicente como el Mallorca.
En la noche del lunes enlazó su tercer triunfo consecutivo, un logro que no obtenía desde la etapa del Nanu Soler y que ha disparado las expectativas.
No es sencillo completar con adjetivos la dinámica sobre la que cabalga el Mallorca; resulta más fácil describir algunos pasajes de su última función, redactada con otro gol de Raíllo -en el descuento del primer tiempo- y otro de Abdón Prats cuando apenas llevaba seis minutos sobre el terreno de juego.
El fútbol también son señales y el Mallorca se ha transformado en un depredador. Moreno, que transforma en oro todo lo que toca, rebajará la euforia, pero la ilusión es imparable.