Eduardo Guadilla (Palma, 1972) fue el gran protagonista del partido de vuelta de los dieciseisavos de final de la Copa del Rey que enfrentó al Real Mallorca al Real Valladolid. Desde el inicio del partido, las cámaras de la retransmisión televisiva le enfocaron solitario animando a su equipo en el sector visitante del Nuevo José Zorrilla: «Estaba solo, con mucho orgullo, y no paraba de cantar, era tal mi felicidad que ni me di cuenta si los aficionados del Real Valladolid me aplaudían», admitía. «Cuando marcamos el gol salté de alegría, no cabía en mí», confesó Eduardo, quien compró su entrada para ver el partido el pasado martes. El día del partido no se quiso perder el paseo matinal del equipo y por la noche quiso animarles desde la zona de aficionados visitantes: «Creía que habría más gente pero me daba igual, yo resido en Valladolid pero solo voy a ver al Real Mallorca, el club de mi tierra y de mi corazón», aseguraba.
Este aficionado mallorquinista, de padre palentino y madre vallisoletana, nació en el Hospital de Son Dureta y residió en Alcúdia hasta los cinco años. Desde la distancia forjó un amor incondicional por los colores del Real Mallorca y creció idolatrando a los mitos bermellones de los 80 como Zaki o Hassan. También recuerda cuánto lloró con una lesión de Pepe Gálvez en el Nuevo José Zorrilla: «Siempre he estado ahí cuando el RCD Mallorca ha venido a Valladolid y hace poco, cuando el equipo se salvó en Zorrilla en la última jornada, vinieron 700 mallorquinistas y me sentí rodeado de mi isla y de mi gente», comentaba.
El Real Mallorca ha invitado a Eduardo a asistir a un partido del equipo en Son Moix, el que el desee, detalle que le emociona: «Será mi felicidad, ver a mi isla, a mi club y estar allí con todos los mallorquinistas». Este aficionado está entusiasmado con la temporada del equipo y no ve el momento de visitar Son Moix: «Disfrutar es poco, estoy muy contento con la trayectoria del equipo», dijo este singular mallorquinista.