En su vuelta a Segunda, existe cierta unaminidad a la hora de evaluar el proyecto que ha armado el Mallorca para competir en un torneo que transmite dureza y exigencia. La escasez y la humildad abanderan el año IV de Maheta, que en poco más de tres temporadas ha pasado de pagar cláusulas de rescisión y presumir de cromos a refugiarse tras el tope salarial.
El control financiero que ejerce la Liga es una realidad y el Mallorca no es ajeno a esta circunstancia. Otra cosa es si la planificación ha sido óptima y que hubiera sido capaz de hacer otra dirección deportiva con unos 5 millones de euros... Todavía con varios asuntos pendientes sobre la mesa, la escuadra balear iniciará mañana la competicion con un plantel al que le sobran cosas y le faltan otras; un problema que acusan otros rivales pero que sacude sin disimulo alguno al conjunto de Vicente Moreno.
Aunque cueste asumirlo, durante este curso el gran reto del Mallorca será atar la permanencia cuanto antes, un objetivo menor y que parece atentar contra el ADN de la institución, aunque cualquier otra cosa sería eludir la realidad. Otra cosa es que el fútbol siempre haya dado cobijo a la forja de sueños y renueve y desate ilusiones con la misma velocidad que se consumen las jornadas. Arriba el telón.