«Mallorca me dio una hija, mucho fútbol y la posibilidad de venir a Europa. Y en la vida hay que ser agradecido con la gente que te ayudó», recuerda Óscar Alcides Mena (Luján, 1970) desde Madrid, donde tiene instalada su residencia desde que salió de la Isla para fichar por el Atlético. Centrado ahora en los banquillos —en estos momentos trabaja desde Europa para el Guangzhou Evergrande chino—, el argentino fue uno de los actores principales de una final que no completó tras ser expulsado. Su imagen, llorando angustiado al final del partido mientras le consolaba el Profe Alfano, aún permanece en la retina del mallorquinismo.
«Aquellas lágrimas son el fútbol y el sentimiento que tiene uno. Lo sentía así», recuerda Mena dos décadas después. «Y cuando subí a por la medalla vi a gente del Mallorca llorando, entre ellas mi mujer y mi hija. No sé cuánto lloré, solo que fue mucho. Era mi camiseta, mi equipo, apoyado por una afición que lo había aguantado todo. Y al final te derrumbas de la impotencia».
«Tengo un recuerdo muy agridulce porque lo tuvimos en la mano con aquel penalti de Stankovic, pero me siento muy orgulloso de la camiseta que vestimos y paseamos por toda España y de la final y de la temporada que hicimos», destaca Mena. «El equipo aguantó toda la prórroga y tuvo a un Roa que debió hacer la mejor actuación de un portero en un partido de fútbol. No nos sonrió la fortuna, pero nuestra gente nos recibió como héroes».