Pasado viernes quince de agosto. Festivo. En la Isla se celebra la ‘Mare de Déu d'Agost'. Por la tarde. Despacho profesional de Julián Carnicero, exsecretario del consejo de administración y ahora también abogado de Serra Ferrer en asuntos importantes. El letrado estaba disfrutando del largo puente en un rincón marinero por excelencia, la Colònia de Sant Pere en el municipio de Artà, pero recibe la orden de desplazarse con urgencia a Palma para negociar la venta de las acciones de Serra Ferrer a un grupo suizo. En representación de los candidatos a comprar el Mallorca se encuentran un abogado mallorquín y el presidente del grupo suizo que escucha las explicaciones de Carnicero sobre el estado de cuentas del club. Serra no está presente. La reunión se prolonga por espacio de tres horas, tiempo suficiente para que se pongan sobre la mesa los tratados de intenciones. Se habla del precio de las acciones, pero también Carnicero es muy concreto a la hora de explicar el estado financiero del club y la necesidad de que el nuevo propietario que entre inyecte de inmediato una elevada cantidad de dinero. En el cónclave se acuerda que una prestigiosa compañia auditora lleve a cabo un estudio financiero del club. La empresa la contrata el grupo suizo. No le sirve solo lo que ha visto el viernes y ni mucho menos el estudio de contabilidad que se ha elaborado estos últimos días.
Serra negocia la venta a espaldas de Gabriel Cerdà, que tiene las acciones sindicadas y que no está participando de la operación ni tampoco se le ha tomado en consideración su opinión.
Serra lo hace a título individual. El consejero de Pollença ya dijo el pasado sábado que el acuerdo con Aouate no está firmado y el hecho de que ahora se conozca que Serra Ferrer está negociando con otros compradores, deja una pregunta en el aire. Qué intenciones tiene Serra con Dudú Aouate.
Cerdà sabe que Serra está moviéndose por detrás de él y también lo está haciendo a espaldas del exportero internacional. De momento solo el de sa Pobla sabe los motivos.