Casi dos meses después de superar uno de los peores tragos de su historia más reciente, al Mallorca todavía le quedan muchas heridas por cicatrizar. Con su agónica salvación y los movimientos que se han ido registrando en los despachos trata el club de pasar página y de formatear del disco duro una serie de imágenes. Sin embargo, ciertas puertas siguen abiertas y muchos de sus problemas permanecen a la espera de una solución. Y uno de ellos lo protagoniza Javier Olaizola. El ahora entrenador del filial, uno de los máximos responsables de la permanencia gracias a su trabajo en las tres últimas jornadas de la temporada pasada, está molesto con los responsables de la anterior dirección deportiva (Prats y Serra Ferrer), con los que pactó una gratificación económica en caso de salvación de la que hoy todavía no hay ni rastro. De hecho, ni siquiera existe constancia por escrito del acuerdo y aunque al parecer el asunto se abordó en algunas de las reuniones del consejo, tampoco consta en las actas de los mismos.
Olaizola llegó al vestuario de la primera plantilla con el traje de bombero puesto. A falta de 270 minutos para que la liga bajara la persiana el Mallorca era incapaz de frenar su caída bajo la dirección técnica de Lluís Carreras. Cada vez más próximo al descenso, Prats apuró su última bala y recurrió al exfutbolista, que había estado dirigiendo hasta ese momento a uno de los equipos cadetes del club. El Vasco agarró el volante del grupo con tres jornadas por delante (Girona, Las Palmas y Córdoba) y aceptó el reto de salvar al Mallorca de un batacazo que podría haber resultado mortal.
Olaizola pactó con Prats las condiciones de su salto al primer equipo y teniendo en cuenta lo particular de la situación, entre las mismas se estableció una bonificación económica para el técnico en el caso de que certificara el milagro, ya que en aquel momento el Mallorca era un equipo descabezado y sin rumbo que caminaba directo hacia Segunda B.
Pese a que la liga acabó el pasado día 7 de junio Olaizola sigue sin recibir el premio prometido y tendrá que ser el consejo de administración el que determine durante sus próximos encuentros cómo se resuelve el tema, ya que se trata de una carga heredada de la anterior dirección deportiva que al parecer se ha quedado en el limbo.