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Los brazos en alto y la cabeza agachada

| Córdoba |

El Mallorca le puso el mejor desenlace posible a la peor película filmada en las tres últimas décadas en el decorado del fútbol profesional. El final dejó una sensación agridulce. Contradictoria. No murió el protagonista, aunque estuvo agonizando las últimas semanas. De hecho, durante una porción notable del segundo tiempo, el destino de todo un sentimiento, de 98 años de historia, pendió de un hilo. Un gol del Córdoba –al que le beneficiaba el empate– o un tanto del Mirandés en Lugo empujaban al grupo balear al fondo de su existencia. A la Segunda División B tan lejana hace doce meses y tan cercana durante todo el curso.

Crecieron las canas en una tarde de nicotina y chicles. Hubo nervios. Sudores. Tensiones. Miedo. Agonía. Y una celebración al grito de 'Directiva dimisión', la mejor forma de definir la pesadilla del curso 2013-14. Es cierto que el conjunto de Olaizola –enorme mérito del vasco y Alomar al resucitar un cadáver— esparció felicidad por el desenlace, pero los 300 seguidores bermellones presentes en las gradas del Nuevo Arcángel señalaron al palco, donde se sentaba —quizás por última vez— Serra Ferrer, el hombre que cogió un club al borde de la Champions y que lo dejará 'festejando' una permanencia en Segunda División.

Autoridad

La crónica del choque se reduce al primer tiempo. En ese tramo, Mallorca y Córdoba se evadieron del entorno y se pusieron a jugar. Sobre todo los isleños. Era cuestión de concentración. De autoridad. En un partido sin red, no hay espacios para elucubrar. Para coquetear con el fuego cruzado. El dominio inicial fue del Mallorca —Hemed perdonó un mano a mano a los dos minutos— aunque el dominio era visitante, la escuadra del 'Chapi' Ferrer echó veneno a su primera llegada. Un chut lejano de Pedro que Aouate despejó. Uli corrió a por el rechace, pero se encontró de nuevo con el meta primero y con la pierna de Ximo después. El Mallorca respondió pero le faltó la guinda del gol. También pudo abrir la lata el cuadro andaluz con una falta de Uli que Dudú, otra vez, mandó a la esquina con una gran parada abajo. Llegaba el descanso con buena imagen, con Iriney lesionado (entró Generelo) y la salvación en el zurrón.

El Mallorca pisó mal el descanso. Las molestias de Ximo metieron a Company —otro canterano— en el campo casi sin tiempo para calentar.

La nuez de la garganta se encogió sobre todo al inicio del segundo tiempo, tras un gol del Jaén y una combinación explosiva. Desde ese instante hasta el minuto 75, más o menos veinte minutos, las huestes de Olaizola se caían con un gol del Mirandés... o del propio Córdoba, que se estrelló en un Aouate sublime. De repente, ambos se conformaron con el empate, se dieron la mano y llegaron al objetivo. El Córdoba estalló de alegría por su clasificación para el playoff. El Mallorca alzó los brazos, pero agachó la cabeza. Es el momento de analizar las causas del desastre.

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