La historia del Real Mallorca está repleta de partidos históricos, de goles, de lágrimas, de alegrías y de momentos vividos al límite. El equipo ha subido y bajado, ha cambiado de nombre, vivido al límite muchos años, pero siempre de una manera u otra ha logrado sobrevivir. Es cierto que ha llegado a tener que verse en Tercera para empezar otra vez, pero siempre ha logrado sacar la cabeza a flote. Ahora, a dos años para el centenario del club, la institución está en una de esas disyuntivas donde el futuro se juega en noventa minutos.
Existe una particularidad importante que en toda la historia no se había dado y esta radica en el concurso de acreedores. El club debe cumplir con los acuerdos del convenio porque de lo contrario no hay posibilidad de sobrevivir y este aspecto no se da en otros escenarios que, como el actual, son definitivos para el Mallorca como club. Recurriendo a la época moderna y tomando como referencia el último ascenso de Vallecas, el Mallorca estos 16 años se ha jugado la vida hasta en cuatro ocasiones en la última jornada de Liga. En tres de ellas salió vitorioso, pero en la cuarta, la última de la pasada temporada, chocó con los labios en el barro y bajó a Segunda División A. El proyecto de Serra Ferrer ha sido tan autodestructivo que ahora, un año después de haber caído al infierno de la categoría de plata, el primer equipo se juega también en noventa minutos caer al fútbol semiprofesional y al pozo negro y sin esperanza de la Segunda División B.
El primer año donde los baleares tentaron a la suerte fue en el Mallorca-Valladolid de la temporada 2001/2002 cuando el equipo se jugó la permanencia en la última jornada. Fue el año de la Champions y los excesos europeos pasaron factura en el campeonato doméstico. Ibagaza y Luque remontaron el gol inicial de Fernando para el Valladolid y permitieron a los baleares seguir escribiendo la historia en Primera División. Fue un primer aviso, muy serio y donde se movilizó a la afición para ser más que nunca el jugador número doce. Los baleares salvaron un 'match ball'.
La temporada 2004/2005 de nuevo el equipo entrenado por Héctor Cúper llegaba con el agua al cuello a disputar los últimos noventa minutos de la temporada en el partido que le enfrentó al Betis. No había margen de maniobra, pero un punto les fue suficiente a los baleares para mantenerse y a los andaluces para meterse en Champions, curiosamente con Serra Ferrer en el banquillo. Reparto de puntos y otra vez tiempo para la fiesta y los fuegos artificiales. Se había vuelto a jugar con fuego, pero se había resuelto el problema y el Mallorca seguía en la máxima categoría.
Pasaron las temporadas y ya con Serra Ferrer a los mandos, el Mallorca se jugó la permanencia en la última jornada de la temporada 2010/2011. Perdió ante el Atlético en Son Moix, pero la derrota del Deportivo en Riazor frente al Valencia le sirvió para continuar en Primera. El año pasado la suerte se olvidó de los baleares, que pese a ganar al Valladolid, cayeron al pozo de Segunda. Ahora vuelve a jugarse un partido a vida o muerte, pero para evitar bajar a Segunda B. Un descenso supondría la pérdida del fútbol profesional, pero también poner en una encrucijada al club que quedaría a las puertas de la desaparición.