El Mallorca ha vuelto a levantar los brazos para celebrar una victoria prácticamente nueve semanas y media desde la última vez que lo hizo. Hay que remontarse al 23 de marzo para ver la que fue última victoria del equipo balear antes de que ayer superara a Las Palmas y sumara tres puntos que pueden ser clave para conseguir la permanencia. Todo está a expensas de lo que pueda ocurrir en la última jornada frente al Córdoba, pero al menos ayer los baleares rompieron con una dinámica terrible de resultados que les ha llevado a acomodarse en el pozo de la clasificación.
Frente al Real Madrid Castilla fue la última ocasión que el Mallorca ganó con Lluís Carreras sentado en el banquillo. A partir de ahí se encadenaron un puñado de empates y sobre todo un buen número de derrotas que le llevaron a acomodarse en el vagón de cola. De hecho, ayer durante algunos minutos el equipo balear estuvo metido en zona de descenso directo. Tras el gol de Nsue se salió de la quema y se confirmó la resurrección momentáena después del segundo tanto de Hemed.
Fase depresiva
A partir de la victoria contra el Real Madrid Castilla el equipo entró en una fase de sumar empates y sobre todo derrotas, lo que le costó alejarse totalmente de la zona de promoción y empezar a mirar abajo, donde sigue mirando en estos momentos a falta de un partido para que finalice la temporada. Antes de ganar en Madrid también venció al Tenerife. Dos triunfos que elevaron la ilusión, después se entró en barrena y ayer otra vez el equipo se marchó al vestuario con la satisfacción de haber conseguido una victoria balsámica. Oportunidades falladas, lagunas defensivas, irregularidad en el juego y baja autoestima fueron las claves de un Mallorca que hasta ayer había sumado 4 puntos de los últimos 27 llegando a encadenar 9 jornadas sin ganar cosechando cuatro empates y cindo derrotas. Insostenible.
Ayer por fin se vio de nuevo la luz al final del túnel después de nueve semanas y media de no ganar. La vitoria frente a Las Palmas no ata matemáticamente la permanencia, pero permite a los baleares mirar al más inmediato futuro con algo más de optimismo.
Salvar la categoría está mucho más cerca, pero todavía queda dar el último paso ante el Córdoba. Ganando no hay que mirar a nadie ni a nada más.