Mallorca 0 - 2 Eibar
R.C.D. Mallorca: Miño; Nsue, Ximo, Agus, Antonio López; Alfaro, Thomas, Iriney, Álex Moreno; Marco Asensio y Gerard Moreno (Tomer Hemed, min. 59).
S.D. Eibar: Xabi Iruretagoiena; Arregi (Kijera, min. 71), Añibarro, Raúl Navas, Yuri (Yilvan Gómes, min. 88); Morales (Eizmendi, min. 56) Mainz, Dani García; Capa, Arruabarrena, Rivas; y David Mainz.
Goles: 0-1, min. 75: David Mainz; 0-2, min. 78: David Mainz
Árbitro: Antonio Santos Pargaña (comité andaluz). Amonestó a Diego Rivas, Álex Moreno, Ximo, Dani García y Nsue.
La enfermedad que corroe al Mallorca se expande sin remedio y amenaza de lleno a sus órganos vitales. Cuando faltan sólo cinco capítulos para acabar esa película de terror que se rueda desde hace año y medio en Son Moix, parece adentrarse en su fase terminal el equipo bermellón, que anoche empezó a respirar de manera asistida. Los baleares, pese a cuajar esta vez un partido aceptable en muchos de sus tramos, volvieron a permitir que se fuera todo por el desagüe con dos goles de chiste que además de pinchar la burbuja recordaron que su estado de salud, a todos los niveles, es crítico y deplorable. Ahora, con un pie atrapado en la jaula, medio cuerpo sobre el abismo y el vestuario arrasado desde el punto de vista anímico, se adentra el club al completo en uno de los pasajes más oscuros y tenebrosos que ha recorrido durante las últimas décadas. Y habrá que ver cómo sale (0-2)...
No había encarado mal la tarde el Mallorca, bien conectado, serio e intenso al destapar la jornada. Aparentemente reformado y hambriento, el cuadro bermellón le aplicó un ritmo alto al partido y buscó, sin demasiada claridad pero con mucha insistencia, algún agujero por el que penetrar en la impermeable muralla del Eibar. Sin fortuna, claro.
Alerta
Después de disputar los primeros veinte minutos de forma íntegra en terreno armero, el equipo, alertado por una cesión defectuosa de Iriney, reculó unos metros y asistió al despertar de su invitado, cada vez más arraigado y predispuesto a proyectarse a la contra. Un disparo de raso de Álex Moreno, una mala salida de Miño y un derechazo de Ander Capa concentraron el intercambio de golpes con el que se adornó el cierre del primer tiempo, ya mucho más compensado. El Mallorca se largaba al vestuario con la estéril satisfacción de haber corregido su actitud, pero sin haber avanzado un metro y tras desaprovechar, otra vez, el gas de su fútbol.
El paso de los minutos fomentó la madurez del Eibar, seguramente el conjunto mejor estructurado de toda la liga. Voraz a partir del centro del campo e imperturbable en defensa, el conjunto de Gaizka Garitano lució con orgullo la etiqueta que le distingue como la formación más optimizada del pelotón y además de marcharse de Son Moix con medio ascenso al hombro, también facturó en el equipaje de vuelta el reconocimiento y la ovación de un mallorquinismo que en las dos últimas temporadas apenas ha encontrado razones para aplaudir a su propio equipo.
El contexto del duelo se mantuvo tras el descanso, aunque al Mallorca se le aceleraban poco a poco las pulsaciones mientras el Eibar se abrigaba y lo fiaba todo al contragolpe. Apretó un poco más la escuadra de Carreras, que vació el depósito en un par de acelerones. En el primero alojó el balón en las redes de Irureta, aunque la acción había sido cancelada por fuera de juego. Y en la segunda fallaba Álex Moreno, que mandaba el balón muy por encima del marco desde una posición escorada. No pintaba mal la propuesta mallorquinista, pero la desarrollaba con un parche en el ojo.
Mientras tanto, el Eibar tenía el partido del horno. Sabía que a la defensa del Mallorca se le podían saltar las costuras en cualquier momento y esperaba paciente su instante. Antes de que se desataran las hostilidades Yuri tanteó a Miño con un latigazo y, diez minutos después, Mainz le colocó a los isleños la primera banderilla mientras buceaba en la pasividad de la defensa. El gol lo quemó todo, porque el Mallorca se desintegró en plena digestión del tanto. Fue otra vez Mainz, en otra caricatura, el que bajó la persiana y orientó los focos hacia la grada y el palco. La caída libre no cesa. El desguace continúa. La sombra de la Segunda B espera.