Los trabajadores del Real Mallorca pasan a la acción hartos de la situación de tensión por la que atraviesan y han dicho basta. El comité de empresa del club balear va a solicitar al consejo de administración que en la próxima reunión del órgano de poder se vote la destitución de Gabriel Cerdà como presidente de la SAD balear y se desatasque de esta forma un estado de conflicto permanente.
La gota que ha colmado el vaso ha sido la negativa del presidente de votar a favor del pago de las nóminas de abril a los trabajadores y futbolistas del club, un punto que afecta directamente a los empleados, que se muestran muy afectados al tener que estar sometidos a la voluntad de un dirigente al que nadie quiere pero que no duda en manifestar, con hechos y con palabras, su poder ante todos ellos.
Gabriel Cerdà es presidente gracias al apoyo de Serra Ferrer que ya meses atrás, cuando se votó en el consejo de administración del mes de enero la destitución del pollencí de sus cargos de presidente y consejero, permitió al empresario continuar agarrado a la silla. El máximo accionista, que permanece esposado a la sindicación con Cerdà, votó en su día a favor de mantenerle en el cargo para evitar una demanda millonaria. Ahora deberá volver a pronunciarse a petición de sus trabajadores y del resto de consejeros, que plantearán en la próxima reunión que se vuelva a someter a votación su cese como presidente.
Votaciones
El pollencí ya ha demandado a Llorenç Serra Ferrer por incumplimiento del pacto de sindicación, que de forma resumida obliga al de sa Pobla a votar en los consejos en el mismo sentido que Cerdà porque de lo contrario, cada punto que decida oponerse, el pobler se expone a tener que pagar 1,5 millones de euros en concepto de incumplimiento ante cada una de las dos sociedades que representa: Tukis Invest y Tukis Productions.
Precisamente este mes de abril Cerdà demandó a Serra Ferrer por entender que el vicepresidente había vulnerado el acuerdo de sindicación de acciones y podría haberlo hecho por cuatro votaciones no acordes con la naturaleza del pacto de sindicación, lo que le permite solicitar 12 millones de euros de indemnización. Sin embargo, Serra Ferrer, asesorado por sus abogados, ha incumplido la naturaleza del pacto de sindicación en puntos en los que cree que no debe exponerse a compensaciones millonarias, según la interpretación de sus asesores, pero hay uno en el que se corre un riesgo máximo de tener que exponerse a una importante sanción económica y este es el que hace referencia a una posible destitución de Cerdà como presidente. Como pudo comprobarse en el consejo del pasado 28 de enero cuando se planteó en la reunión del consejo la destitución de Cerdà de su cargo de presidente, Serra Ferrer votó en contra y con su sufragio permitió al de Pollença mantener su estatus en el club. Es cierto que es un presidente no remunerado, pero en según qué situaciones su voto es clave y el comité de empresa no quiere que el futuro de los empleados y sus nóminas estén a su merced, de ahí que hayan decidido acogerse a la legalidad y pedir a los consejeros Serra Ferrer, Tolo Martorell, Carme Suau, Michael Blum, Utz Claassen y Pedro Terrasa que voten su destitución, en un hecho que volverá a poner al máximo accionista en la encrucijada: o ayuda al club o se protege a él mismo por firmar una sindicación leonina y que supone vender su alma al diablo.
Bien Cerdà firmó el verano de 2013 un pacto de sindicación que le permitía tomar todo el poder del Mallorca en un pacto de sindicación con Serra Ferrer, que desesperado ante la posibilidad de perder el dominio del club debido a que el pollencí negociaba la venta de sus acciones con Utz Claassen, decidió someterse a los deseos del presidente y entregarle las llaves de Son Moix. En su momento, los más fieles seguidores de la doctrina de Serra y Cerdà trasladaron la falsa idea de que se hacía llegado a un pacto de estabilidad para el bien del club. La realidad ha sido diametralmente opuesta y el Mallorca se encamina hacia el abismo gracias a un pacto diabólico.