La anunciada luz del cambio sigue sin llegar a Son Moix. De hecho, en el Camí del Reis gobierna la oscuridad y hace más frío que nunca. Aplazada y olvidada la 'Operación Retorno', el Mallorca se arremanga ahora para blindar su continuidad en Segunda División, un objetivo vital para la supervivencia del club, aunque ridículo en relación a las expectativas generadas desde la dirección deportiva solo unas horas después de consumarse la caída a los infiernos. Una deplorable planificación -agravada durante el pasado mercado de invierno con cuatro incorporaciones cuya aportación está bajo sospecha- y los erráticos movimientos que la han complementado durante el transcurso de la temporada han condenado al equipo a alojarse en el calabozo de la clasificación y a temer incluso por su futuro. Todo ello, además, después de un cambio de entrenador que no ha mejorado en nada las vistas que contempla. Más bien todo lo contrario. La salida de José Luis Oltra, cubierta con la entrada de Lluís Carreras, no ha liberado de unas cadenas demasiado pesadas a la plantilla, que podría enredarse aún más en un calendario trufado de trampas.
8 PUNTOS DE 24
El Mallorca se hunde al reducir más aún el ritmo de su marcha
Los efectos que generalmente despierta en un grupo cualquier cambio brusco, especialmente si éste ha volcado el banquillo, apenas han tenido incidencia en el vestuario del Mallorca. En los ocho partidos que ha tenido Carreras para reorientar su marcha, promedia un único punto por jornada, una suma pírrica para una formación obligada a subir un escalón la temporada que viene. Durante su mandato, el entrenador de Sant Pol ha ganado dos partidos (Tenerife y Castilla), ha empatado otros dos (Zaragoza y Recreativo) y ha perdido cuatro (Barcelona B, Lugo, Ponferradina y Deportivo), los tres últimos de manera consecutiva. En una clasificación reducida a ese tiempo, el Mallorca ocuparía el puesto 14ª, a dos puntos del descenso, a siete de los puestos de promoción y nueve de la última plaza de ascenso directo. De todas formas, por muy llamativas que resulten las cifras, lo que más inquieta en el club y su entorno es la propia tendencia del equipo, que no conectaba tres jornadas de rodillas desde que descorchó la competición en agosto.
EN CAÍDA LIBRE
Ha bajado cuatro escalones y ha tenido que cambiar de meta
El Mallorca levantó una barrera en la jornada 27. Tras un convulso proceso alimentado por un par de jornadas surrealistas, el consejo aprobó el relevo en la dirección técnica y se acabó fichando a Carreras con la idea de alcanzar todos esos objetivos que se le habían resistido a Oltra. Lastrado por su mal despertar (3 contundentes derrotas para iniciar la campaña), el entrenador valenciano pagó con su destitución la falta de consistencia de un grupo incapaz de dar un paso al frente cada vez que se aproximaba al playoff. En 27 partidos de trayecto, dejó al Mallorca anclado al ecuador de la clasificación, con 36 puntos en el bolsillo, a menos de un encuentro (dos puntos) de distancia de la zona roja y a diez del puente hacia Primera. Casi dos meses más tarde, esos datos están descoloridos. El cuadro isleño duerme a la cola (es 15º) y está mucho más próximo al agujero del fondo de la clasificación que a su azotea. Tanto, que ha dejado de fijarse en la franja superior para centrarse en proteger su estatus actual.
FALTA DE GOL
Dos partidos sin marcar y
una fuga continua en defensa
Señalado a principio de temporada como el equipo con la mejor delantera de Segunda, el Mallorca vive ahora bajo el umbral de la pobreza en ese sentido. La sequía de sus puntas, que empezó a cobrar forma tras el ecuador de la segunda vuelta, se ha agudizado de manera alarmante durante la era Carreras . Con él en el área técnica, el conjunto rojinegro solo ha añadido siete tantos a su cuenta, de los que solo uno lleva la firma de un delantero (Hemed). Thomas, con tres dianas, Marco Asensio, Kevin y Riverola han tenido que acudir al rescate del grupo en ese aspecto, pero su rendimiento tampoco ha sido suficiente para mejorar el panorama. Mientras tanto, la vida sigue igual en defensa. El Mallorca vuelve a ser el conjunto más agujereado de la categoría (52 goles en contra) y su zaga tiembla frente a cualquier movimiento fuera de guión, por insignificante que sea. En esa dirección, se trata de un problema heredado del curso pasado que nunca ha sido resuelto.
PROBLEMAS
Un desafío mental a la vista
Llegados a este punto de la película, el Mallorca se enfrenta a una situación de máximo riesgo. Por muchas razones, aunque la más delicada de todas seguramente sea su bloqueo mental. Especialmente castigada desde el punto de vista psicológico, la plantilla tendrá que cambiar de rol y descender al barro para reunir la cantidad de puntos que le garantice su continuidad en Segunda. Y ahí, la visita al Alavés podría marcar un punto de inflexión.