En el transcurrir de una temporada hay partidos trascendentales que marcan tendencias, que delimitan hacia donde tirar, que entierran sueños y despiertan miedos o al revés, permiten mantener la esperanza y aumentar la confianza. Hoy el Mallorca afronta ante el Tenerife a partir de las seis de la tarde uno de estos partidos con más pinta de batalla que de juego donde sencillamente está prohibido perder porque ya se ha perdido demasiado, porque se ha tropezado una y otra vez con la misma piedra y porque incluso ganando, el paso que se habrá dado será casi testimonial.
Mejor no recordar la distancia que separa a los baleares con los puestos de ascenso directo porque es para echarse a llorar. Para evitar caer en el pozo de la desesperación se hace hoy imprescindible agarrar un victoria que permita al menos mantener un hilo de esperanza con los puestos intermedios y a partir de ahí mirar al playoff con cierta posibilidad de abordar una de esas posiciones que, al menos, permiten soñar.
Los caminos a seguir
Es igual cómo se gane, la fórmula que se utilice, los caminos que se sigan. Lleva tanto tiempo la afición sin ver ganar a su equipo que daría por bueno sumar tres puntos en el descuento y de penalti injusto. Se necesita una victoria para cambiar el rumbo, para aumentar la fe, para potenciar la autoestima.
Pero en el Mallorca de un tiempo a esta parte todo es complicado y en el partido del año Lluís Carreras deberá improvisar más de lo que tenía previsto hacer. Se cae Cadamuro –el viernes no pudo finalizar bien el entrenamiento– y ayer se confirmó la baja de Bigas por gastroenteritis. A partir de ahí todo debe ajustarse de nuevo o bien cambiando hombre por hombre o bien añadiendo matices, retrasando posiciones, moviendo de arriba hacia abajo.
El equipo ha demostrado se muy sensible los cambios, no los asimila ni bien ni con prontitud y hoy es un día para tener las cosas muy claras desde el calentamiento. Las dudas en el autobús, ni siquiera en el vestuario. Todo lo que no sea claridad de juego, de ideas, de conceptos y de ritmo de partido significará batirse en retirada.
El Tenerife llega sin su goleador Ayoze Pérez y eso es un alivio para la defensa. Sin menospreciar al resto del equipo, que el rival no cuente con su jugador más temible supone siempre una buena noticias y más para el Mallorca que tiene problemas infinitos para frenar la magia de los puntas rivales. Queda por ver cuánta afición asistirá al partido y su estado de ánimo. El objetivo es animar sin olvidar en el minuto 12 plantar la espalda al palco. Y es que en el Mallorca siempre hay asuntos pendientes.