Rodeado por esa inmensa polvareda que acostumbra a levantar a su paso, Gabriel Cerdà se mantiene firme e impasible. En su asiento y en sus ideas. Como si la película no fuera con él. La afición de Son Moix, inflamada por todas las perlas que ha ido cultivando a través su polémica gestión, volvió a estallar ayer ante la información publicada por Ultima Hora en la que se destapaba que el presidente del Mallorca utiliza los recursos jurídicos del club para defender el honor de sus familiares y para denunciar a diversos portales de internet por un presunto delito de amenazas, además de apuntar directamente a la Grada Jove de Son Moix y de señalar a ciertos empleados de la entidad como sus instigadores.
Mientras Cerdà tensa la cuerda el mallorquinismo, que lleva meses exigiendo su marcha, sube de temperatura. La grada, especialmente fastidiada por la marcha del primer equipo y la descomposición del consejo, proponía ayer nuevas movilizaciones a través de las redes sociales y se marcaba un objetivo con vistas al próximo partido en Palma: hacerle llegar sus quejas y apartarlo definitivamente la poltrona.
Medidas
Cerdà, no obstante, tampoco recula. El pollencí, que durante la mañana intervino en una acalorada reunión con Serra Ferrer y Claassen (Pep Roig y Pedro Terrasa no estuvieron presentes), explicó a su salida de la misma las razones que le han llevado a tomar medidas judiciales y, de paso, subrayó que no tiene ninguna intención de marcharse. Al menos por el momento.
«Es una demanda que se hizo hace tiempo y que obedece a un tema técnico que ahora mismo no tiene ninguna importancia», alegaba el dirigente al ser cuestionado acerca de sus denuncias. «Es una simple anécdota para paralizar de alguna manera a esta gente, que puede protestar todo lo que quiera, ya que la afición es soberana. Eso sí, siempre y cuando no se caiga en agresiones al honor o de tipo sexual...».
Cerdá también justificó el hecho de que las denuncias hayan sido interpuestas en nombre del Mallorca y no a título personal: «Son actos que se hicieron dentro de la institución y por lo tanto es el club el que debe defenderse. Si no, cualquier agresión que pueda darse por cualquier aficionado que esté fuera de la ley hará responsable al club. En el caso de que un señor lance una bengala, por ejemplo, puede tener responsabilidades si se da con él, pero el club también será sancionado. El Mallorca ha de velar por los derechos de todos y para que todo el mundo pueda pensar lo que quiera, pero hay cosas que no pueden admitirse», apuntaba antes de aclarar que los demandados son «unas personas en concreto, por decir una serie de cosas que no pueden decir, y otra gente que se ha extralimitado insultando el honor de personas que no tienen nada que ver con el club. La denuncia la presenta el Mallorca porque todo pasó aquí adentro (Son Moix) y nosotros debemos velar para que nadie se extralimite. Son casos aislados», puntualizaba.
Lo que descarta de manera frontal Gabriel Cerdà es recoger los bártulos y renunciar a la presidencia. «Tengo una función como presidente y he sido votado por los accionistas, por lo que tengo que cumplir con mi función, que es aportar cosas tal y como he hecho hasta ahora», argumentaba al respecto. «La afición a veces no quiere a un presidente o un director deportivo y es normal. El año pasado Claassen intentó destituir a Serra como director deportivo, le puso una demanda penal, otra civil, hizo una acción social de responsabilidad sobre él y Jaume Cladera y, sin embargo, sigue siendo consejero. Son temas institucionales internos que deben debatirse de la misma forma», insistía. «A lo único que me he dedicado en este club es a los temas económicos y a intentar conservar su viabilidad. Creo que en esa parcela lo he hecho bien y que tengo la capacidad de hacer una buena labor. Si la afición cree que no debo estar en el palco ya me lo plantearé, pero tengo una función dentro de una sociedad anónima formada por accionistas», concluía.