La estancia de Gabriel Cerdà en la poltrona de Son Moix parece tener ya asignada una fecha de caducidad. Básicamente, porque el consejo de administración del Real Mallorca SAD acordó ayer volver a reunirse el próximo miércoles (día 22 de enero, a partir de las 10.00 horas) con un único punto el orden del día: la destitución del presidente del club. El cambio de ciclo en el que anda embarcada la entidad servirá así para ampliar la lista de víctimas de Llorenç Serra Ferrer, que desde que ejerce como máximo accionista ya ha fulminado a tres máximos dirigentes. Y teniendo en cuenta que él mismo también desempeñó el cargo en funciones entre enero y julio de 2013, el sustituto del pollencí será el quinto responsable de la presidencia rojilla en poco más de tres años y medio.
ORDEN DEL DÍA
Un único punto que definirá el último gran giro de la entidad
Después de una serie de reuniones particularmente convulsas que van a alterar la fisonomía del Mallorca desde sus entrañas, el consejo de administración volverá a reunirse el miércoles en torno a una misma mesa para acabar de cerrar ese cambio de ciclo que se desató tras los últimos encuentros. Consumado el relevo entre los apoderados y la dirección general, el rol de Cerdà, despojado de esa cuota de poder con la que contaba gracias a su alianza con Serra Ferrer, es cada vez más reducido. Y aunque cabe la posibilidad de que el pollencí se avance al consejo con una posible dimisión, tampoco se descarta que guarde algún as en la manga. Aunque si no es así y se confirma su salida, su papel en el Mallorca sería testimonial.
CARGO MALDITO
Josep Pons, Jaume Cladera, Serra Ferrer y Biel Cerdà
Desde que se inició la era Serra, en julio de 2010, la presidencia se ha convertido en un cargo maldito en el que se refleja de manera especial toda esa inestabilidad que distingue al Mallorca bajo el gobierno del pobler. El director deportivo inició su aventura como máximo accionista nombrando a Josep Pons, que ocupó un lugar destacado en aquella primera fotografía que servía para descubrir un proyecto hoy agotado. El diplomático mallorquín, que además adquiría un pequeño paquete de acciones del club, apenas tenía tiempo para ejercer y caía tras verse involucrado en un conflicto laboral en la Embajada de España en Viena que con el tiempo quedó reducido a la nada. Proclamado el 8 de julio de 2010 y destituido el 27 de septiembre de ese mismo año por una supuesta «falta de confianza», Pons también inauguró la interminable ristra de conflictos en la que ha nadado Serra tras su irrupción en Son Moix. Tras él llegó Jaume Cladera, que se definió a sí mismo como «presidente por accidente». El exconseller de Turisme permaneció en la primera línea del palco hasta diciembre de 2012, cuando se avanzaba al pacto sellado poco antes entre Cerdà y Claassen para derrocarlo. A partir de ahí asumía el cargo en funciones el propio Serra, que presidió el descenso, y en julio Cerdà recogía su testigo.
RELEVOS
La primera gran incógnita del ciclo que se pone en marcha
Si la marcha de Gabriel Cerdà cobra forma durante el cónclave del miércoles (este domingo, contra el Sabadell, podría sentarse por última vez en el palco de Son Moix), el consejo deberá nombrar a su sustituto, sobre el que se sitúan ahora todos los interrogantes. Si sale del mismo órgano de gobierno el mejor colocado parece ser Claassen, a pesar de que el alemán ha señalado en alguna que otra ocasión que no quiere ejercer como tal. La otra opción es nombrar a un presidente institucional externo al consejo.