Minutos antes de que el Mallorca irrumpiera sobre el césped para recibir al Numancia, en la antesala de un partido que llevaba toda la semana marcado en negrita, el vestuario local de Son Moix recibió una visita tan especial como llamativa. Gabriel Cerdà, presidente del club y a su vez uno de sus apoderados, accedió a la caseta, un habitáculo tradicionalmente sagrado para los futbolistas, para ofrecer la última charla previa al encuentro y darle ánimos al grupo. Un hecho poco habitual en el fútbol profesional que no solo no pasó inadvertido, sino que generó una enorme sorpresa entre los futbolistas que en ese instante se preparaban para acceder al tapete.
El presidente Cerdà quiso implicarse al máximo en la rutina del plantel y, más concretamente, en el decisivo partido contra el conjunto soriano, que hubiera podido servir al Mallorca para colarse por primera vez en la temporada en los puestos de playoff . Media hora antes del inicio Cerdà abandonó la zona noble y descendió hacia los vestuarios en compañía del director general del club, con el que conversó unos minutos a pie de campo. Luego, antes de dirigirse al palco y ejercer de anfitrión (Serra Ferrer no presenció el partido desde su puesto habitual), se encaminó al vestuario para arengar al equipo y desearle suerte.
Fue el propio José Luis Oltra quien le anunció la visita a los futbolistas, poco después de recordar sus instrucciones de cara al encuentro. A pesar del aviso del técnico, que incidió en que el presidente pretendía dirigirse a ellos para hacerle llegar un mensaje, la plantilla asistió con sorpresa a la escena. Cerdà, consciente de la necesidad de los puntos en juego y de lo que podría suponer para el Mallorca adentrarse por fin en la zona acordonada de la clasificación, se dirigió a ellos. «Tenemos que jugar como un equipo», les recomendó. «Como hicimos en Eibar», agregó, maravillado aún por el oficio que había exhibido el bloque bermellón en su reciente visita a Ipurua. Sus consignas no sirvieron para que el Mallorca apilara la octava victoria de la competición, aunque el equipo rojillo sí cuajó una actuación convincente en cuanto a actitud y compromiso.
La maniobra de Cerdà para incentivar a la plantilla frente a una cita señalada con un círculo rojo llamó la atención entre los futbolistas, nada acostumbrados a recibir la visita de un directivo antes de un partido. Sobre todo, porque en los momentos previos a un partido el vestuario normalmente permanece vetado a cualquier persona ajena al grupo. Independientemente del cargo que desempeñe.
La visita del apoderado causó un gran impacto entre los futbolistas, para quienes la caseta es un habitáculo sagrado en los instantes previos a un encuentro